Mario Vargas Llosa lo ha dicho en más de una ocasión: estaba harto de las Preysler. Estaba harto de Isabel Preysler y también de su hija, declarando que las dos son más parecidas de lo que la gente cree, sobre todo cuando se trata de las mismas adicciones y gustos. Es notable que madre e hija son más parecidas de lo que podríamos creer, y esto se puede notar en que ambas son unas amantes de la cirugía estética.
Adoran tener su cuerpo lo más esbelto y radiante posible, para lo cual se basan en cremas y otros complementos para cuidar la piel y hacer que luzca hermosa. Sin lugar a dudas, es algo que muchos famosos hacen, pero, en el caso de Isabel Preysler es muy notable, y tal parece que su hija va por el mismo caso.
El caso es que Mario Vargas Llosa fue un apoyo importante para Tamara Falcó al hacer que saliera de una “adicción”, aunque también podríamos catalogar esto como un mal hábito por parte de la socialité, un mal hábito que involucraban a sus cremas y retoque estéticos, de los cuales el premio Nobel estaba harto.
Tamara Falco no cuidaba su cuerpo, pero decía que sí lo cuidaba por el uso de cremas y retoques
Isabel Preysler estuvo por 8 años con Mario Vargas Llosa, tiempo suficiente que le dio la oportunidad al escritor de conocer a la Preysler y a su familia. Fue así como se dio cuenta de lo “estéticas” que eran Isabel Preysler y también Tamara Falcó, al punto de incluso llegar a tener conflictos con ellas por este motivo. Sin embargo, lo cierto es que Tamara Falcó tuvo problemas de salud que le condujeron a engordar. Aumentó mucho de peso y era algo que todo el mundo destacaba en aquel entonces, sobre todo a través de las redes sociales.
Sin embargo, Tamara Falcó no se preocupaba en gran medida por esto y solo basaba su salud estética en cremas y demás, algo que le molestaba a Mario Vargas Llosa. Con la excusa de que “ya estaba cuidando su cuerpo” esta se negaba a ir a cualquier doctor que le pudiera ayudar con el problema de salud que estaba teniendo. Fue entonces cuando el problema escaló y se convirtió en algo más serio para la actual esposa de Íñigo Onieva.
Allí fue cuando Mario Vargas Llosa intervino, el cual ya lo había hecho antes, pero la negativa de Tamara Falcó hizo que este no tuviera ningún tipo de éxito. Sin embargo, luego de aconsejarla y querer ayudarla, Tamara Falcó terminó aceptando los consejos del escritor y fue al mismo centro clínico en el que Mario Vargas Llosa confiaba su salud.
Desde entonces, Tamara Falcó ha dejado esa mala costumbre o “adicción” de utilizar más cremas que nada y no ir con un doctor para cuidar mejor su cuerpo, cosa que ya está haciendo mucho más hoy en día y se nota esa dedicación por su salud y no solo por su estética.