Isabel Preysler es una de las socialités de las que más se ha escrito en la prensa del corazón. La diva protagoniza una cantidad de anécdotas para dar y vender. Sobre todo en lo que se refiere a su viuda sentimental. En total se le conocen cuatro relaciones formales: Julio Iglesias, el marqués de Griñón, Miguel Boyer y Mario Vargas Llosa. Una serie de amoríos que han hecho correr ríos de tinta en las revistas de papel cuché. Pocos olvidan aquella historia de que utilizaba la técnica del carrete en sus relaciones, que consiste en atar un hilo en los genitales y soltarlo en el momento preciso para aumentar el placer.
Pero no todas sus historias y cotilleos tienen que ver con su vida sentimental Por ejemplo, se ha ganado el apodo de ‘Villa Meona’ para su casa, tras saberse que cuenta con 30 lavabos en la mansión. O la que protagoniza las siguientes líneas, de cuando la pillaron robando cremas para la cara, al más puro estilo Cristina Cifuentes.
Isabel Preysler se dejo llevar por su vicio cleptómano
Dicha historia la explicó María Eugenia Yagüe en un artículo publicado en LOC. “Isabel Preysler también vivió algo como lo de Cristina Cifuentes, hace muchos años. Contaba Juan MarchCencillo, el nieto intelectual del legendario banquero, que estando él viviendo una temporada en París, en la zona de Saint-Germain-des-Prés creo recordar, le llamó Isabel, ya separada de Julio Iglesias. Tenía un problema, en una perfumería la habían visto coger unos productos que se metió en el bolso, sin haberlos pagado, quizá un despiste, y necesitaba que alguien se acercara a echarle una mano. Juan lo hizo de inmediato y cuando tiempo después le pregunté a Preysler por el incidente, reconoció que había ocurrido, quitándole importancia”. En el local incluso amenazaron con llamar a la policía, pero puede que con algún acuerdo económico o verbal, el asunto se solución sin la intervención de las autoridades.
Rompiendo una lanza en favor de Isabel, cabe decir que en aquella época se acababa de separar de Julio Iglesias. Y no porque no tuviera dinero, pues le quedó una buena pensión por parte del cantante para cuidad de sus tres hijos, Chábeli, Julio José y Enrique. Además, conservaba a muchos amigos ricos y poderosos. Pero anímicamente atravesaba un momento difícil, lo que según algunas fuentes no le permitió controlar su vicio cleptómano.