“No hay mayor tragedia que perder un hijo, pero en toda tragedia siempre hay un rayito de luz y eso es lo que me ha mantenido en pie”, apuntó Ana Obregón recientemente en la presentación de su libro El chico de las musarañas.
Una obra que, según la propia Obregón, “escrita por una madre con el corazón mutilado. Está escrita con tinta roja de sangre. Es un canto a la vida y a la muerte. Es un homenaje a mi hijo y a todos los valientes que luchan por vivir”. Y es que no es que sea precisamente ningún secreto que Obregón perdió a su hijo ÁlexLequio hace ya un tiempo por culpa de un cáncer al cual Álex no pudo vencer.
Sin embargo, si bien es cierto que evidentemente muchos apoyaron a Ana durante mucho tiempo tras conocerse la muerte de su hijo, no fueron pocos los que se quedaron con la boca abierta cuando se enteraron de que Ana, como ella mismo dijo, había vuelto a ser madre (y abuela a la vez).
La negativa de Carolina Monje
“Cuando a mi hijo le diagnosticaron el cáncer e iba a comenzar el tratamiento de quimioterapia, los médicos le recomendaron que guardara muestras de su esperma, por si los medicamentos le afectaban en el futuro, para asegurarse de poder tener hijos”, declaro hace un tiempo Ana en una entrevista.
Y es que parece ser que los planes de Álex no eran otros que los de, en el caso de recuperarse, tener hijos con su pareja, Carolina Monje. “Aless ya estaba muy mal y nos dijo que, si algo le ocurría, quería que supiéramos que él quería dejar descendencia en esta vida. Aunque ya no estuviera", cuenta Obregón.
Lo que no cuenta Ana es que, tal y como apuntan desde el entorno de CarolinaMonje, parece ser que fue obra con la que le puse encima de la mesa la posibilidad a Carolina de utilizar ese esperma para que fuera ella quien se quedara embarazada, algo que Monje rechazó.
“Si hay opiniones en contra, yo no aguanto ninguna, ni voy a admitir ninguna. Nada más que la de un padre o una madre que hayan enterrado un hijo. Solo ellos son los que pueden opinar y los que me pueden entender”, declaró también una Obregón que parece que poco a poco va recuperando la alegría.