Aunque el soufflé haya bajado, el libro 'King Corp. El imperio nunca contado de Juan Carlos I' sacudió la corona española durante varias semanas con revelaciones jugosas y escándalos a tutiplén. Alejandra, una hija bastarda, dinero opaco, discusiones familiares, pagos para ocultar imágenes e informaciones… No falta nada en esta historia de intriga y, en ocasiones, terror.
Los periodistas José María Olmo y David Fernández sacaron a la luz secretos de la realeza que llevaban mucho tiempo enterrados. Y hay historias para todos los gustos. Empecemos por Alejandra, la presunta hija bastarda del rey emérito Juan Carlos I que salió a la luz gracias a este libro.
Victoria Federica, pasión por los caballos a partir del dinero opaco de su abuelo
También se mencionan las andanzas monetarias de las infantas Cristina y Elena, y cómo usaban dinero opaco de Juan Carlos para algunos de sus caprichitos. Y uno de esos caprichitos tiene que ver con Victoria Federica de Marichalar, amante de los caballos que se cree influencer.
Resulta que la pasión por la hípica de Victoria no fue solo cuestión de amor por los animales, sino también de amor por el dinero opaco de su abuelo, el rey emérito. Según el libro, Juan Carlos pagó la adquisición de dos caballos de Victoria, Dibelunga y Magali.
El dinero opaco de Juan Carlos I pagó los dos caballos de Victoria Federica
Dicen los autores que Victoria compró Dibelunga “en octubre de 2015 por 10.000 euros en la cuadra Maihorses”, señalan los autores. Pero no contenta con uno, la infanta Elena, madre de Victoria, se hizo con un segundo caballo llamado Magali. “Poco después, la infanta Elena se hizo con un segundo caballo de competición llamado Magali, que quedó a cargo de la hípica NuevaCartuja, situada al norte de Madrid”, apuntan los autores. “Al fin y al cabo, la infanta Elena creció en un sistema instaurado por su padre que durante cinco décadas garantizó discretamente fondos ilícitos ilimitados, 24 horas al día, siete días a la semana, a todos los inquilinos de la Zarzuela”, añaden.
“La nieta del rey comenzó a participar con mayor asiduidad en competiciones de salto por toda España. Desde fuera parecía que vivieran en las estrecheces de un funcionario público. En privado, se codeaban con algunas de las mayores fortunas del planeta gracias a millones y millones de euros de dinero de origen opaco. ¿Para qué iba la infantaElena a gastar su sueldo de Mapfre en los caballos si tenían recursos infinitos para pagarlos?”, concluyen Olmo y Fernández sobre este episodio.