La relación entre los reyes eméritos Juan Carlos I y Sofía, y la reina Letizia, siempre fue tensa desde el principio, marcada por prejuicios y desconfianza. Para el emérito, Letizia era simplemente una plebeya divorciada, descendiente de un taxista, una imagen que nunca terminó de aceptar. Un ‘taxista’, su abuelo Paco, al que la reina siempre le tuvo una gran estima, y con el que pasaba muchos veranos en su adolescencia y juventud. Todavía circulan fotos de aquella época.
Letizia vivió una juventud marcada por la aventura y la intriga, especialmente durante sus años de estudio en periodismo. Se conocen diversas experiencias, como su tiempo en México vendiendo tabaco y su matrimonio con un exprofesor del instituto. Sin embargo, hoy nos centramos en una fotografía privada que revela un momento íntimo: Letizia junto a su abuelo Paco.
Los veranos de Letizia con su abuelo Paco en Torrevieja
El libro polémico 'Adiós, princesa', escrito por su primo David Rocasolano, sacó a la luz detalles personales de Letizia, incluida esta foto junto a su abuelo. En la imagen, Letizia, entonces adolescente, aparece con un bañador verde, abrazando a su abuelo Paco en el entorno de la piscina de los apartamentos de Torrevieja, donde pasaban los veranos.
Francisco Rocasolano, el abuelo de Letizia, era un hombre sencillo que trabajó como taxista durante muchos años. A la edad de 96 años, vio a su nieta convertirse en reina, un acontecimiento que cambió radicalmente la vida tranquila que llevaba junto a su esposa Enriqueta en Torrevieja.
Letizia, muy unida a Paco, su abuelo taxista
Después de jubilarse, Paco y Enriqueta se mudaron a un apartamento en Alicante, donde disfrutaron de la tranquilidad frente al mar. Sin embargo, el compromiso de Letizia con Felipe VI los catapultó a la atención mediática, alterando su rutina de forma drástica. Tras el fallecimiento de Enriqueta en 2008, Paco pasó sus últimos días viviendo con su hija Paloma hasta su muerte.
La historia de Francisco Rocasolano es la de un hombre humilde que nunca imaginó el giro inesperado que daría su vida al ver a su nieta convertirse en reina. A través de esa fotografía, se vislumbra un momento de complicidad y cariño entre Letizia y su abuelo, un recuerdo de los veranos compartidos en la sencillez de la piscina familiar.