Felipe VI y las infantas Elena y Cristina se refieren a ella como la tía Pecu, una abreviatura de ‘peculiar’ y eso ya dice mucho de Irene de Grecia. Contrario a la reina Sofía y a Constantino de Grecia, que nacieron en Atenas, ella nació en Sudáfrica durante la Segunda Guerra Mundial. Y aunque de joven destacó en la música, era apasionada por la arqueología y la filantropía, lo cierto es que ha mantenido una vida discreta. Pocos lo saben, pero tuvo una vida muy ajetreada. Lo más impactante podría ser que no se casó ni tuvo hijos. Siendo Juan Carlos I el responsable.
Lo cierto es que la vida de la tía Pecu merece una saga completa, pues está repleta de intrigas, giros dramáticos, hechos extraordinarios y múltiples enseñanzas. Está emparentada con algunas de las casas reales europeas, pero una parte de su historia se cortó abruptamente gracias a su cuñado, Juan Carlos I. En principio, su juventud fluyó como se esperaba: se formó, disfrutó de su posición privilegiada y se concentró en buscar un compañero de vida.
La reina Federica estaba decidida a buscarle un buen partido a su hija menor, sin embargo, ninguno de los pretendientes era lo suficientemente bueno. Al menos, para Federica, pues Irene no tomaba la decisión final. En ese entonces sintió atracción por Mauricio de Hesse, Miguel de Orlèans y Harald de Noruega. Estos candidatos no fueron aprobados por su madre. Años más tarde, en 1981, la que fuera reina consorte de Grecia falleció en Madrid durante una intervención quirúrgica. Esto dio pie a establecerse en Zarzuela, junto a su hermana. Insospechadamente, ha pasado los últimos años en España y sin ningún amor a la vista.
¿Cómo influyó Juan Carlos I en las decisiones sentimentales de la tía Pecu?
Joven, bella, culta, con una personalidad arrolladora, tuvo muchas oportunidades en el amor. Las primeras negativas provenían de su madre, después, el responsable fue Juan Carlos. Su papel de ‘protector’ empezó con Gonzalo de Borbón, aparentemente era muy ‘conquistador’ para ella. “Si sigues adelante con mi cuñada, te expulsaré de España”, aseguró Pilar Eyre sobre el ultimátum del rey emérito a su primo. Sabía que era encantador con las mujeres y que, con el tiempo, podría hacerle daño a su cuñada. Así que Gonzalo se apartó y el siguiente no corrió con mejor suerte.
La segunda oportunidad en el amor pudo haber sido un acierto para toda la vida, estaba muy enamorada. Jesús Aguirre era jesuita y director general de Música y Danza del Ministerio de Cultura. Ella, una destacada pianista que pudo haber encontrado una pareja con intereses afines y un mundo de emociones ligadas al arte. “Oye, tú, deja en paz a mi cuñada, que es una inocente y todo se lo cree... No la enredes, no quiero que vuelvas a llamarla”, así habría zanjado el padre de Felipe VI toda posibilidad.
Lo que no se sabe es qué motivó a Juan Carlos I a espantar a los enamorados de la tía Pecu. Se dice que, antes de Sofía de Grecia, él era un candidato para Irene. Lo suyo no llegó a más porque el otro arreglo era más conveniente. ¿Sentimientos ocultos?