La realeza es una caja llena de secretos. Hoy día no tienen la misma eficacia que antes para guardar secretos gracias a la masificación de internet y resulta muy difícil censurar la información en una escala tan grande, pero no es falso que con el paso de las décadas la casa real ha tenido sus momentos en los que optan por evitar que ciertas informaciones salgan a la luz ya que comprometería enormemente su imagen.
Lo curioso de este caso es que en un principio lo que se quería ocultar no era de cara al público, que también, sino de cara a la realeza. Había algo que en su momento Felipe VI y Letizia sabían que nadie más podía conocer.
Regresamos a los años en los que el actual rey no era rey, Juan Carlos I y Sofía de Grecia aún estaban en el trono y su hijo apenas conoció a la que se convertiría en la reina consorte, es aquí donde nos damos cuenta que el matrimonio de los actuales reyes es una improbabilidad, un cúmulo de cosas que pudieron salir mal y evitar que ocurriera por cualquier lado, empezando por la indisposición de los reyes para consentirlo, pero que tampoco tenían un motivo de peso para tirarlo por tierra, o mejor dicho, no lo conocían aunque estuvo debajo de sus narices.
Los dos abortos de la reina consorte
Letizia nunca fue del agrado de los eméritos y solo necesitaban el motivo más pequeño como para interponerse en el matrimonio de su hijo. No les hacía gracia que se tratara de una mujer divorciada y de clase humilde, y al que más se le notó fue a Juan Carlos I quien a día de hoy sigue enfrentado con su nuera como si de una némesis se tratase. Si el emérito se hubiera enterado en su momento que Letizia había tenido dos abortos antes de casarse con su hijo quizá las cosas hubieran sido diferentes.
Nos enteramos de esto de dos fuentes diferentes, siendo el más importante el primo de la reina consorte, David Rocasolano, autor del libro “Adiós, Princesa”, donde explica el complejo entramado en el que estuvo involucrado él mismo junto a su prima y Felipe VI, quienes le habían pedido que acudiera a la clínica donde Letizia se había sometido a un aborto 4 meses antes de su compromiso con el entonces príncipe de Asturias. El abogado hizo la voluntad de Felipe VI y Letizia y logró obtener los documentos necesarios y quemarlo todo, por lo que no quedaron rastros del hecho y los reyes pudieron casarse finalmente.
El otro aborto habría ocurrido en 1996
Algo que Letizia se ha esforzado mucho en omitir de su vida es su pasado en México, es precisamente aquí donde Isidre Cunill relata en su libro “Letizia Ortiz: una republicana en la corte de Juan Carlos I” que la reina consorte se habría sometido al aborto durante su época de estudiante, en el hospital Médica Sur del Distrito Federal. De conocerse antes sobre cualquiera de estos dos abortos, reales o no, seguro habría sido suficiente para que el matrimonio que hoy conocemos no hubiera ocurrido.