La boda de Charlene Wittstock y el príncipe Alberto continúa dando que hablar 12 años después de su celebración, luego que salieran a la luz detalles de su luna de miel. Los príncipes se casaron el 2 de julio de 2011 en una espectacular ceremonia religiosa, un día después de su enlace civil y la exnadadora sorprendió a todos porque no pudo ocultar que llevaba los ojos llorosos, y no precisamente de emoción.
Después de poco más de una década, el diario británico Daily Mail dio a conocer que los recién casados durmieron en hoteles separados durante su viaje de luna de miel a Sudáfrica, lo que hace pensar que ni siquiera hubo noche de bodas.
Según lo reseñado por Mujer Hoy, ambos viajaron a Sudáfrica, se citaron con el presidente Jacob Zuma, pero la prensa local quedó perpleja al comprobar que el matrimonio llegaba en coches oficiales diferentes. El misterio se resolvió después de conocerse que el príncipe Alberto se hospedaba en el hotel Hilton en Durban, pero Charlene pernoctaba en el hotel Oyster Box en Umhlanga, a más de 16 kilómetros de la costa.
Pero esto acto se vio respaldado porque el soberano se había quedado en Durban porque tenía una reunión temprano a la mañana siguiente y le preocupaba el tráfico, si viajaba desde fuera de la ciudad. “Esto se debe a que Alberto asistió a la conferencia del Comité Olímpico Internacional en el Hilton”, explicó el padre de Charlene, el vendedor de fotocopiadoras retirado, Mike Wittstock.
Sin embargo, surge la interrogante de por qué Charlene no se hospedó en el mismo hotel. Parece que la incomodidad y la tristeza que acompañaron a la princesa de Mónaco durante la boda se extendieron y afectaron incluso los días siguientes al enlace.
Ambos tendrían razones suficientes para distanciarse y pasar una noche separados en su luna de miel, pero la decisión no deja de sorprender. Vistos los acontecimientos del viaje, éste es a su vez viaje de novios y de negocios por lo que, a la postre, no ha resultado ser tan romántico como en un principio se pensaba.
Charlene intentó escaparse antes de casarse
Alberto de Mónaco y su mujer Charlene forman el matrimonio más atípico de la realeza europea. En todas las Cortes cuecen habas, pero el caso de los Grimaldi resulta especialmente llamativo. El 1 de julio de 2011, se daban el “sí, quiero” en Palacio y ya desde ese día, la sombra de la sospecha crecía sobre ellos. Incluso se asentó esa leyenda, nunca confirmada, de que la novia trató de huir a Zimbabue, unas horas antes de su boda.
Charlene Wittstock conocida como la princesa triste
Charlene Wittstock lo dio todo para convertirse en la perfecta princesa de Mónaco, un reto importante dado la alargada sombra de Grace Kelly y el carisma de su hija mayor, Carolina. Quien no puso tanto de su parte fue el príncipe Alberto, responsable, quizás, de las lágrimas que eclipsaron todo el trabajo previo de la novia. En ese momento nació la leyenda de la princesa triste que la ha perseguido durante todos estos años.