Pensar en la reina Sofía y asociarla con un triángulo amoroso puede traer una buena cantidad de imágenes mentales, todas relacionadas muy probablemente con Juan Carlos I y sus cientos de amantes, o incluso Irene de Grecia, con quien se sabe el emérito cortejaba durante los desayunos cuando estaban los tres juntos. Todo esto y más le ha hecho ganar su fama de aventurero, sin embargo, en este caso dicha idea resulta errónea pues, el triángulo amoroso de esta ocasión no involucra al esposo de la emérita Sofía, resultando en una anécdota mucho más curiosa.
Sofía de Grecia, Harald de Noruega, y alguien más
Con total honestidad, Juan Carlos I sí tiene cabida en esta historia, pero no al inicio, sino que todo empezó entre la madre de Felipe VI y el que se considera su primer hombre de su vida, Harald de Noruega, en quien se fijó por “un capricho de su madre”, la reina Federica. Ya en 1958 la pareja dejaba a todos boquiabiertos con sus bailes y las fotos que quedaron para inmortalizar el momento.
Lo que quizá no se esperaba el público después, era que el compromiso no llegaría a buen puerto por motivos económicos, lo cual lideró a la historia que ya conocemos de Sofía de Grecia con Juan Carlos I, pero esta unión tiene un poco más de historia, pues aún no se hace mención del triángulo amoroso.
Durante los años 80, había una fiebre increíble con los monarcas españoles, Juan Carlos I y Sofía de Grecia, eran el foco de atención sin importar el evento al que asistieran, pero uno de los más esperados de aquella época fue la gala que hicieron para agradecer a la familia real noruega, encuentro que sin lugar a dudas traería de vuelta a Sofía de Grecia y Harald de Noruega, frente a frente.
La fama de Sofía de Grecia era incuestionable, y su anterior romance también, además, aún resultaba muy sonada la humillación que sufrió de parte de Harald de Noruega, siendo reemplazada por una “plebeya”, la princesa Sonia, quien en una situación anterior levantó desesperación en el ambiente.
La princesa Sonia era incapaz de ver a su esposo junto a Sofía de Grecia
Para entender cómo encaja la posterior pareja de Harald de Noruega en todo esto, hay que remontarse a la boda de los duques de Kent, donde a Sofía de Grecia le correspondía sentarse junto al monarca de Noruega, sin embargo, este se negó rotúndamente por una exigencia de la princesa Sofía, su amenaza fue fuerte y sonora, si Harald de Noruega se sentaba junto a Sofía de Grecia, cometería una locura, acabaría con su propia vida, amenaza bajo la cual su pareja prefirió no arriesgarse y evitó sentarse junto a Sofía de Grecia, lugar que fue ocupado posteriormente por Juan Carlos I, como una forma de intentar evitar que la hija de la reina Federica pasara sola el evento.