En la realeza siempre han existido las personalidades exóticas, personas de todo tipo que siempre se quedan en las mentes de su pueblo por motivos variados, no necesariamente buenos, y no necesariamente malos. En el caso de la corona española hay figuras que generalmente son muy queridas por el público, como Sofía de Grecia, que a pesar de su forma de pensar estrictamente conservadora, ha logrado ganarse el cariño del pueblo español.
Durante su reinado fue ella quien mantuvo el orden en Zarzuela. Fue una reina de manual, como siempre se ha dicho. El matrimonio con Juan Carlos I no era visto con malos ojos hasta que se empezaron a conocer las infidelidades de su esposo y todo voló por los aires, pero aún con eso la figura de Sofía de Grecia se mantuvo entre las más queridas de la corona, cosa que se ha mantenido hasta el día de hoy, pero hay un grupo de gente que le conoce de cerca que seguramente no esté muy de acuerdo con esto.
Una reina memorable, una jefa de cuidado
Sofía de Grecia siempre fue y probablemente será resaltada como una reina que siempre se mantuvo en su papel, siempre firme y correcta con el deber, pero lo que muchos no saben es que en Zarzuela la columna vertebral de los empleados es recorrida por un escalofrío cuando ven a la reina emérita doblar la esquina. Es algo casi instintivo, y es que Sofía de Grecia infunde respeto entre los empleados que trabajaron para ella y saben bien cómo de exigente es la reina.
Tenemos algunos testimonios recopilados por la periodista Pilar Eyre, quien escribió del tema en la revista Lecturas, y lo que podemos intuir es que no es para nada fácil trabajar para la emérita, pues así como se encargaba de que todo funcionara bien en la corona, lo mismo aplica para el servicio en Zarzuela. Todo tenía que ser perfecto.
Pero para que todo sea “perfecto”, el personal debe dar el 110% de sí, y es aquí donde entran las actitudes mencionadas de Sofía de Grecia, quien además intimidaba mucho al personal por su constante frialdad y poca comunicación verbal. Por ejemplo, si una camisa estaba mal planchada, ella no decía nada. No hacía ningún comentario, ni siquiera un llamado de atención, sino que simplemente tiraba la camisa al suelo sin más.
Ser peluquera de Sofía de Grecia era una experiencia aterradora
Esta falta de comunicación también se manifestó de otras formas, cosa que podemos verificar gracias al testimonio de una peluquera que igual habló sobre el tema, especificando que si cometías un error, como accidentalmente tirarle del pelo, ella no diría una palabra, pero la mirada que dirigía era capaz de helar la sangre, una verdadera advertencia sobre las actitudes de la emérita. Algunos pensaron que cuando los reyes abdicaron y Felipe VI y Letizia empezaron a gobernar las cosas serían diferentes, pero la verdad es que no, y al contrario: Letizia era lo mismo que Sofía de Grecia, pero peor.