La relación entre la reina Sofía y Juan Carlos nunca fue idílica. Cuentan las crónicas que se casaron por obligación y nunca se sintieron enamorados el uno del otro. Dicen que solo mantuvieron relaciones hasta que tuvieron un hijo varón para heredar la corona. Mientras que las sombras de otros amores los acompañaron a lo largo de su matrimonio, llevando a la reina a refugiarse en sus hijos mientras el rey encontraba consuelo en los brazos de otras mujeres. La fama de mujeriego de Juan Carlos no tardó en hacerse evidente para Sofía, quien inicialmente se resistió a creerlo. Pero finalmente tuvo que aceptar la realidad. Y convivir con ella si quería seguir gozando de su estatus.
Entre las numerosas amantes del rey, destaca Bárbara Rey, presentada por Adolfo Suárez en la década de los 70. Su relación clandestina se prolongó durante años, marcada por encuentros furtivos y escapadas discretas. Bárbara Rey, enamorada del monarca, soportaba la humillación de ser una más entre sus amantes. “Se veían dos o tres horas en el chalé de un amigo cerca de la Zarzuela”, relataba Pilar Eyre. “La metían en la habitación del hotel y entonces la noche no tenía fin”, añadió en uno de sus artículos.
Bárbara Rey llamó a su hija Sofía en honor a la reina
La relación entre Juan Carlos y Bárbara Rey duró casi dos décadas, desde 1976 hasta 1994, aunque atravesaron periodos de ruptura. El rey confesó a la vedette que no estaba enamorado de Sofía. “Él se lo ha contado muchas veces: 'No puedo soportarla'", le había dicho el emérito. Pero nunca la dejaba. Bárbara, cansada de compartir al rey, decidió dejarlo y casarse con Ángel Cristo. "Al principio ella intentó darle celos con otros, pero él se rió, y ella decidió dejarlo y casarse con Ángel Cristo”, contaba la cronista especializada en la casa real.
A pesar de la humillación, curiosamente, Bárbara Rey nombró a su hija Sofía, en honor a la reina. Al arecer, esta decisión se debió a la admiración que Bárbara sentía hacia Sofía, mostrando una paradoja de sentimientos en una historia marcada por el desamor y la intriga palaciega.