A diferencia de lo que ocurría hace ya muchos años, cuando Juan Carlos I y la Reina Sofía eran los reyes vigentes en España, hoy en día son muchos los periodistas que no tienen ningún tipo de problema a la hora de contar ciertas intimidades de la pareja.
En este sentido, si bien es cierto que desde el entorno más cercano de la casa real ya se sabía muy bien que el matrimonio de Juan Carlos I y Sofía había sido desde el principio un matrimonio de conveniencia, en los últimos años han aparecido relatos que realmente dejan muy mal a la pareja.
Uno de los que dejan más claro que Juan Carlos no estaba precisamente enamorado de Sofía cuando se casó es el que se puede leer en las memorias de la condesa Olghina de Robilant, una de las primeras amantes de Juan Carlos I.
Tal y como apunta la periodista Pilar Eyre, una de las mejor informada de todo lo que ocurre en la Zarzuela, parece ser que la condesa le preguntó en su momento “si estaba enamorado y él rio amargamente. “¿Qué dices? Claro que no, me obliga mi padre, hay que tener hijos para continuar la dinastía... Ni siquiera sabía si me tenía que casar con Irene o Sofía”, contestó Juan Carlos I.
La Reina Sofía estuvo enamorada del Duque de Kent
En este sentido si bien es cierto que la vida extra matrimonial de Juan Carlos I se ha dado a conocer, y mucho, en los últimos tiempos, cabe destacar también que la Reina Sofía no se casó tampoco precisamente enamorada, sino más bien lo contrario.
Es más, ha sido la propia aire la que ha dado detalles de cuál fue la situación amorosa de la entonces princesa griega antes de conocer a Juan Carlos. “Enamorada había estado del duque de Kent, primo de la reina de Inglaterra. Y, cuando este se hizo novio de otra chica, su ambiciosa madre, la reina Federica, había intentado emparejarla con el príncipe Harald de Noruega”, apunta en Lecturas.
Y continúa: “Precisamente en la boda del duque de Kent los habían sentado juntos y la prensa esperaba que después de la ceremonia se anunciara su compromiso. Pero Sonia, una plebeya con la que Harald estaba saliendo, se presentó la víspera en el hotel Claridge’s contando a gritos que, si Harald se casaba con Sofía, ella se suicidaría allí mismo. El resultado fue que el noruego le dio plantón a la pobre princesa griega y cuando don Juan vio en la iglesia que el asiento de su lado estaba vacío, dio un empujón a su hijo para que se sentara y ahí empezó todo”.