La reina Sofía, figura icónica de la realeza española durante décadas, ha estado en el centro de la atención mediática debido a su notoria ausencia en eventos públicos y a su aparente abandono de los retoques estéticos que alguna vez caracterizaron su imagen. Este drástico cambio ha desencadenado especulaciones sobre si su decisión se debe a problemas de salud o si, en cambio, refleja un profundo desánimo emocional.
Durante mucho tiempo, la madre de Felipe VI fue un pilar en la Casa Real, representando a la monarquía en una multitud de actos oficiales. Sin embargo, en los últimos tiempos, la reina Letizia ha asumido un papel más prominente en eventos protocolarios, desplazando a su suegra en la línea de frente. Este cambio gradual ha dejado a la emérita reina en una posición menos destacada de lo que solía ocupar.
A pesar de esta transición, Sofía todavía participa en algunos actos, particularmente aquellos que Letizia decide evitar debido a problemas de agenda o, según algunas fuentes, falta de interés. Este compromiso intermitente le permite a la reina emérita mantener cierta visibilidad en la esfera pública, algo que parece ser de su agrado, ya que siempre ha disfrutado de la exposición mediática.
La reina Sofía, conocida por su implicación en causas benéficas y su sensibilidad hacia los desfavorecidos, continúa participando en eventos de caridad, como su reciente aparición en la Convención Anual de la Federación Europea de Bancos de Alimentos 2023. En esta ocasión, la suegra de Letizia eligió una vestimenta elegante y muy favorecedora: una camisa de fondo negro con estampado de flores en tonos azules, un pantalón negro y zapatos a juego.
La tristeza de Sofía y su decisión de no cuidarse
Sin embargo, lo que más ha sorprendido a la opinión pública es el evidente cambio en la apariencia de la reina Sofía. Hasta hace poco, la emérita era conocida por mantener una imagen impecable y juvenil, en parte atribuida a intervenciones estéticas como el Botox y el ácido hialurónico. En 2018, su rostro presentaba una notable transformación, con arrugas y pliegues visiblemente atenuados.
No obstante, recientemente, la esposa de Juan Carlos I ha dejado de someterse a estos tratamientos, y su rostro muestra las huellas naturales del tiempo. Las arrugas alrededor de sus ojos, labio y entrecejo son ahora evidentes. A sus 85 años, parece haber renunciado a lucir una piel rejuvenecida y luminosa. Este cambio ha llevado a especulaciones sobre si su apariencia refleja su estado emocional.
Un profundo desánimo
Se ha informado que la reina Sofía arrastra una profunda tristeza desde la disolución de la familia real y los escándalos que han dañado la imagen de la Corona. Debido a esto, su estado anímico ha decaído significativamente, lo que se refleja en su decisión de abandonar los retoques estéticos que solía realizar como parte de su rutina de cuidado personal. Además, es innegable que la posición de la suegra de Letizia en la Casa Real ya no es la misma que en décadas pasadas, lo que ha afectado su motivación para mantener una imagen rejuvenecida. La reina emérita enfrenta un desafío emocional que se manifiesta en su apariencia y en su participación reducida en eventos públicos.