Si hay algo que siempre ha caracterizado a la reina emérita Sofía, es su fortaleza ante las tormentas en su vida real. Desde siempre fue conocedora de las infidelidades de Juan Carlos I. Hubo momentos en los que estuvo a punto de marcharse con sus tres hijos a la India, donde residía su madre. Sin embargo, el protocolo real le obligó a tragarse su orgullo y volver a Zarzuela. La idea de un divorcio estaba totalmente vetada para la corona, sería una deshonra inaceptable.
Los amoríos extramatrimoniales de Juan Carlos han sido de dominio público. Sofía siempre ha quedado retratada como una cornuda y una mujer humillada. Eso se traducía en que, tras las puertas de Zarzuela, la reina llevaba su propia vida, durmiendo en una habitación separada de Juan Carlos, y compartiendo su espacio con su hermana Irene, quien se convirtió en su mayor apoyo.
Sofía trazó una venganza contra Corinna Larsen
Aunque en ocasiones debía encontrarse con el rey en eventos oficiales, Sofíamostraba total indiferencia. La sonrisa que exhibía junto a él en las fotos desaparecía al instante cuando quedaban solos, y cada uno tomaba su propio camino.
La infidelidad más notoria en la prensa y más dolorosa para Sofía fue la que Juan Carlos perpetró con Corinna Larsen. Y ese dolor no le permitió quedarse con los brazos cruzados. Planeo su venganza. Sofía movió sus hilos para dañar a la empresaria alemana. Y centró su objetivo donde más duele: en su hijo. Sofía, mediante sus contactos de altas esferas, impidió que el hijo de Corinna fuese admitido en un prestigioso colegio inglés, forzándolo a asistir a un internado suizo.
Corinna no fue la única que sufrió la ira de Sofía
Cabe decir que Sofía no solo se vengó de Corinna. La emérita conocía a todas las amantes de Juan Carlos e intentó destruirles la vida utilizando esos contactos. Excluyó a algunas mujeres de títulos nobiliarios de las recepciones en el Palacete Albéniz y humilló a una noble alemana, negándole el amarre en el Club Náutico de Palma. Incluso cuando solo tenía sospechas, Sofía no se fiaba de ninguna mujer atractiva que se acercase demasiado a Juan Carlos. Incluso mujeres como Isabel Preysler eran recibidas con frialdad, demostrando que Sofía estaba dispuesta a proteger su posición y la imagen de la monarquía a toda costa. A quién no pudo hacer daño es a Marta Gayá, una mujer de la sociedad mallorquina. Juan Carlos impidió que Sofía pudiera hacerle daño.