La historia de la reina Sofía está marcada por la infelicidad y las decepciones. Casada con Juan Carlos I por obligación, su corazón pertenecía a Harald de Noruega, quien la consideraba solo una amiga. Sofía aceptó su destino con resignación, incluso sabiendo de las numerosas infidelidades de Juan Carlos. Ha sido vista como la víctima de la infidelidad, un papel que ha causado sensación en la prensa internacional y la ha dejado humillada y traicionada.
En momentos difíciles, la presencia de su hermana Irene de Grecia ha sido su mayor consuelo. Irene ha sido el hombro en el que Sofía ha encontrado consuelo frente a las adversidades, desde las infidelidades de Juan Carlos hasta los problemas legales de su familia. En un mundo donde Sofía se ha sentido sola y apartada, Irene ha sido su única compañera constante, viviendo juntas en La Zarzuela desde hace décadas.
Irene de Grecia, compañera inseparable de la reina Sofía
Irene, discreta y siempre en segundo plano, ha sacrificado su propia vida para estar al lado de su hermana. Aunque nunca ha buscado protagonismo, su apoyo incondicional ha sido fundamental para Sofía. Desde temprano, Irene comienza su día con largos paseos matutinos por los jardines de Zarzuela, seguidos de ejercicios de meditación antes de reunirse con Sofía para el desayuno.
Aunque duermen en habitaciones separadas, comparten la misma zona en el recinto privado de El Pardo. Cuando Irene se trasladó a España para estar con su hermana, tuvo que adaptarse a una zona que originalmente no estaba diseñada para ella. Sin embargo, con el tiempo, se ha convertido en su hogar, compartiendo no solo la compañía de Sofía, sino también el comedor y, en un inicio, incluso la misma habitación y cama.
El espacio que comparten consta de dos habitaciones individuales, un despacho y áreas comunes donde comparten momentos juntas. A pesar de los cambios, la cercanía entre las hermanas ha sido evidente, y su convivencia ha fortalecido su vínculo a lo largo de los años. Para Sofía, tener a Irene a su lado ha sido una fuente de consuelo y apoyo inquebrantable en medio de las dificultades y la soledad que ha experimentado en su vida real.