Miguel Urdangarín ya tiene la mayoría de edad y, pese a que pudiera darse a conocer de una manera u otra, decide permanecer en el anonimato. A diferencia de sus primos, Victoria y Felipe de Marichalar, a los que encuentran en cada escena polémica, del hijo de la infanta Cristina se sabe lo justo y necesario. Parece alérgico a las controversias, al circo mediático y a los reflectores que aprovechan algunos para hacerse notar. En definitiva, es el Borbón el que se sale de la media. ¿Sabía que era un pequeño Mozart? ¿O dónde vive? ¿Qué hace? Te contamos.
Uno de los personajes que le debe desagradar más a la prensa es Miguel Urdangarín, un joven que escasamente se deja ver y no hace comentarios respecto a nada. Hijo de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin, es el noveno en la línea de sucesión y nació el 20 de abril de 2002. En la clínica Teknon de Barcelona, como el resto. Su padrino es el rey Felipe VI y su tía Lucía, una hermana menor de Urdangarín. Y, como decíamos, es el miembro de la familia real más discreto. Aunque este rasgo lo comparte con su hermano, Juan Valentín, que ha sido calificado por años como “tímido”.
Detrás del aire de misterio que lo rodea, el tercer descendiente de la infanta Cristina es un personaje muy interesante. Con un intelecto muy desarrollado y múltiples habilidades con las que roza la perfección.
¿Cómo es la vida del enigmático Borbón, Miguel Urdangarín?
Fuentes cercanas a la familia le revelaron a Vanitatis que Miguel, de niño, tenía una actitud distinta a la actual. De tipo bromista, risueño e irónico. Curiosamente, se le veía muy cercano al primo más escandaloso, Felipe Juan Froilán de Marichalar y Borbón. Entre los dos conseguían entretener a la familia con sus comentarios y devaneos. Con el paso del tiempo y la madurez que aparece con la edad, su personalidad tuvo un cambio. Pasó por momentos difíciles, como cuando encarcelaron a su padre, el divorcio de sus padres o la noticia de que había una amante implicada.
Por otra parte, el nieto del rey emérito es un estudiante muy aplicado y de maneras educadas. Su necesidad de conocimiento lo llevó al mundo de la música, donde destacó con el piano. Sílvia Taulés, periodista, aclara en Vanitatis que se convirtió en un pequeño Mozart. A corta edad, sus padres asistían a verlo tocar en el auditorio de su colegio con gran ilusión. Inclusive, cuando se mudaron a Ginebra, el niño seguía fiel al teclado y dominando piezas clásicas de gran trascendencia.
Sin embargo, consiguió su verdadera pasión en un entorno completamente distinto. En sus vacaciones por Mallorca, practicando esquí acuático y surf, descubrió un nuevo amor por el mar. Cuando cumplió la edad correspondiente y decidió qué estudiar, optó por Ciencias del Mar. Se mudó a Londres, puso tierra de por medio para dar rienda suelta a su curiosidad por la biología marina.
Miguel Urdangarín tiene claro lo que quiere hacer en los próximos años: centrarse en su carrera universitaria. Ni la vida de aristócrata ni de celebridad lo impresionan por el momento.