La infanta Elena heredó de su madre la mala fortuna en los asuntos sentimentales. Y es que, al igual que la reina Sofía, la hermana mayor del rey Felipe VI se casó con Jaime de Marichalar sin estar enamorada. Las habladurías incluso sugieren que estuvo al borde de cancelar la ceremonia nupcial, pero decidieron seguir adelante, no sin antes teñir el evento de conflictos. El matrimonio, desde un principio, se erigió como un campo de batalla donde los caracteres de ambos chocaban de manera estruendosa. Al poco tiempo, la convivencia con el ex duque de Lugo se volvió insostenible para la hija de Juan Carlos, quien rápidamente vio cómo su matrimonio se desvanecía. A pesar de intentar solventar sus diferencias con la llegada de dos hijos, la crianza de Froilán y Victoria Federica se convirtió en un caldo de cultivo para agravar sus disputas. Después de soportar 12 años de un matrimonio infeliz, anunciaron el cese de la convivencia en 2007, culminando finalmente en un divorcio en 2009.
Pero antes de su unión con Jaime, la infanta Elena no escapó de las especulaciones románticas en varias ocasiones. Entre esos rumores, se destacó un presunto romance con el príncipe Eduardo de la familia Windsor. De manera curiosa, uno de sus encuentros tuvo lugar durante las celebraciones de las bodas de plata de un hombre que siempre fue considerado el amor platónico de la reina emérita Sofía. Se trata de Harald de Noruega.
El príncipe Eduardo, el amor inalcanzable de la infanta Elena
Fue en 1993 cuando se llevaron a cabo las celebraciones de las bodas de plata de Harald de Noruega y Sonia Haraldsen, un evento al que asistieron representantes de diversas casas reales europeas. En este contexto, la infanta Elena, entonces con 30 años, compartió espacio con el príncipe Eduardo, el hijo menor de la reina Isabel II, quien contaba con 29 años en ese momento. Este encuentro avivó las llamas de la especulación en torno a un posible romance entre ambos, aunque ni la infanta ni el príncipe confirmaron nada. Si algo floreció en ese instante, fue fugaz pero dejó una huella indeleble en la memoria de Elena, quien esperaba dar el ‘sí, quiero’ en el altar en una ceremonia que estrecharía aún más los lazos entre la realeza española y la británica.
El príncipe Eduardo deja plantada a Elena y contrae matrimonio con la hija de un vendedor de coches
No obstante, aquel incipiente romance entre la infanta Elena y el príncipe Eduardo no llegó a buen puerto, y la hermana mayor del rey Felipe VI, sintiéndose plantada en el altar de las expectativas, optó por seguir adelante con su relación con Jaime de Marichalar. Ahora, ¿cuál fue la razón para que el actual duque de Edimburgo no avanzara en su relación con la hija del entonces rey de España? La respuesta se presenta clara y contundente: había encontrado el amor en otra mujer. En 1993, el mismo año en que coincidió con Elena, Eduardo conoció a Sophie Rhys-Jones en un partido de tenis benéfico. Sophie, proveniente de una familia común con una secretaria y un vendedor de coches como padres, atrapó el corazón del príncipe, llevando su relación por un camino que culminó en un anuncio oficial de compromiso matrimonial el 6 de enero de 1999, tras seis años de romance.