Iñaki Urdangarin y la infanta Cristina ya están divorciados. Ambos anunciaron su separación a principios de 2022, pero no ha sido hasta dos años después cuando han estampado sus firmas en los papeles definitivos. Una separación que ha dividido a sus hijos, el de los que se han posicionado al lado de la infanta y el de quienes han apoyado a Iñaki.
En el primer grupo están Irene y Miguel. Ambos, sobre todo Irene, han sido testigos en primera persona del sufrimiento de su madre con todo este asunto. Han visto como ha tenido que lidiar con la humillación del ex jugador de balonmano, a quien apoyó en todo momento durante el proceso del caso Nóos y cuando estuvo en la cárcel, pero que a las primeras de cambio de ha ido con otra mujer.
Pablo Urdangarin se posiciona a favor de Iñaki
En el otro lado está Pablo Urdangarin. El joven, al principio, no quiso posicionarse ni influir en el devenir de la relación de sus padres. Pablo considera que ambos merecen ser felices y no ha querido juzgar a su padre, con quien ha mantenido una relación excelente durante el proceso.
Sin embargo, no ha podido evitar tener cierta animadversión por su madre. El motivo: las dificultades impuestas a su padre para firmar el divorcio. No le ha gustado su actitud de despechada y posesiva. Y se ha posicionado a favor de su padre desde el primer momento.
Refugiado en Johanna Zott para no hacer más daño a su madre
No obstante, tampoco quería hundir más a la infanta Cristina. Y por eso se ha refugiado en Johanna Zott y en su familia. Ante todo este entuerto familiar, Pablo no ha querido generar más conflictos, manteniendo cierta distancia con su padre y su novia, AinhoaArmentia. Prefería no generar controversias ni más dolor a su madre.
Por eso no ha sido hasta las pasadas navidades cuando Pablo no ha dado el primer paso de conocer a Ainhoa. Y según cuentan las fuentes, han establecido una excelente relación tanto con Pablo como con Johanna. Ahora, con los papeles firmados, Pablo ya tiene más margen de maniobra para retomar la normalidad con Iñaki con la tranquilidad de que su madre ya está haciendo su propio camino.