El mujeriego de la familia real por definición inherente es Juan Carlos I, desde su juventud hasta su muerte y después de ella no saldrá de la casilla en la cual se le ha clasificado desde siempre. Tampoco parece que algún otro miembro vaya a hacerle sombra en mucho tiempo. “El rey de las cinco mil amantes” le queda como anillo al dedo al padre de Felipe VI, y es el actual rey quien realmente destaca en esta nota.
Felipe VI siempre ha estado a la sombra de su padre en el tema de las relaciones y algunos otros campos. Los amigos más fieles del emérito insisten en el carisma del antiguo rey por enfrente del que no presume su hijo, y en términos generales el actual rey ha sido mucho más recto en todo lo que respecta a su paso por el trono, sin embargo, estar casado con Letizia no lo salva de escándalos ocasionales, relacionados incluso con otras mujeres, aunque vengan del pasado.
Fiestas en el pantano que intentaban saciar al príncipe de Asturias
El que Felipe VI haya mantenido la actitud que se registra desde que subió al trono se debe principalmente a su esposa. Intentar ser infiel a Letizia sería sin dudas uno de los mayores arrepentimientos de quien se atreva a hacerlo, y tampoco parecía que Felipe VI tuviera muchas ganas, todo lo que hizo para que la actual reina consorte haya permanecido a su lado fue titánico, enfrentarse a sus propios padres no fue fácil, pero salió ganando. Ahora, a casi 20 años de su matrimonio, no parece que quede demasiado de aquello.
Según Pilar Eyre, perder a Eva Sannum fue un golpe muy duro para Felipe VI antes de conocer a Letizia, estaba reuniendo una plétora de emociones que no sabía controlar, pero el matrimonio no se llevaría a cabo sin importar qué, por lo que el rey estaba perdido, esto lo hizo permitirse ciertos excesos, como las fiestas en el pantano de San Juan, que aún serán desmentidas y ocultadas por la casa real.
El pantano de San Juan se convirtió en el escape del príncipe de Asturias, quien ahora soltero realizaba fiestas aprovechando su lejanía de Madrid, a nada menos que 70 kilómetros de distancia de los reyes antiguos. Sin su ojo encima, Felipe VI podría hacer cuanto quisiera. Las fiestas desenfrenadas con modelos de todas partes no faltaron, todo aquello que el príncipe de Asturias pensó podría saciar ese vacío que sentía por la falta de Eva Sannum, estaba ahí.
Hay detalles que no trascendieron en el momento, pero la casa que utilizaba Felipe VI para estos fines era de un amigo cuya información fue fuertemente ocultada por sus escoltas. Sus acciones no eran de absoluto misterio para sus padres, pero era necesario controlar la información que se compartía respecto a los andares del futuro heredero, y su imagen gracias a eso se mantuvo relativamente limpia, pero como todos, Felipe VI no es un santo.