La infanta Cristina, a pesar de la ruptura y los líos de Iñaki Urdangarin, siempre ha intentado mantener la unidad familiar. Y nunca ha tenido una mala palabra sobre el ex jugador de balonmano delante de sus hijos. Pero claro, los jóvenes no eligieron el guion de los dramas familiares y no han podido evitar posicionarse. Mientras Pablo intentaba hacer de pacificador, Miguel e Irene han tenido que lidiar con la situación de la peor manera posible. La lealtad está con su madre, a quien han visto llorando en más de una ocasión. La traición de Iñakino ha sido fácil de digerir para los jóvenes.
Aunque el que más ha tenido que soportar ha sido Juan, el mayor de la camada. Ha tenido que aguantar más de lo que muchos pueden imaginar. En pleno escándalo del caso Nóos, fue el más consciente del ingreso a prisión de su papá. No solo tuvo que cargar con el peso de las desilusiones familiares, sino que también se llevó la peor parte de los insultos y vejaciones por los escándalos que protagonizaban a diario.
Juan Urdangarin, víctima de insultos vejaciones
Durante el juicio de sus padres en Palma de Mallorca por el caso Nóos, Juan, en plena adolescencia, sufrió un calvario en el colegio: presiones, burlas, ataques, insultos y la exclusión social fueron su día a día. Era acosado por la calle y en el colegio. Le señalaban por os asuntos oscuros de su padre. Tanto fue así que el mayor de los hijos de la infanta Cristina tuvo que hacer las maletas y dejar Barcelona para refugiarse en Washington y Ginebra para escapar del huracán mediático.
Actualmente Juan reside en Londres, lejos del bullicio mediático y tratando de llevar una vida tranquila. Alejarse de la presión mediática ha sido su salvación, y ahora, en la capital británica, puede trabajar en lo que le apasiona sin tener que cargar con el peso de un pasado tormentoso. Es un alma tradicional y religiosa, y le encanta echar una mano a los demás. Su vida se ha centrado en la cooperación, algo que ha heredado de su madre, la infanta Cristina, quien dirige proyectos de cooperación internacional para La Caixa.
Juan trabaja en una entidad de cooperación internacional, y su deseo de ayudar a los demás es palpable. Un camino que ha decidido tomar por convicción propia y que ahora tiene a Irene queriendo seguir sus pasos. A pesar de su pasado tumultuoso, ha canalizado sus experiencias negativas para contribuir al bienestar de los demás.