Máxima Zorreguieta ha probado ser la pareja perfecta para el rey Guillermo Alejandro, ganándose tanto el aprecio de su familia política como el corazón de los neerlandeses, quienes no solo la han aceptado, sino que la han recibido con genuino afecto. Sin embargo, su pasado en Argentina ha sido objeto de controversia y discusión. Antes de convertirse en miembro de la realeza holandesa, Máxima fue percibida en su país como una persona en búsqueda de riqueza y poder, siendo etiquetada como "cazafortunas" y considerada una mujer ambiciosa. Esta percepción ha dejado una marca que persiste hasta el día de hoy.
En una entrevista, Rodolfo Vera Calderón, coautor del libro "Máxima, construcción de una reina", compartió detalles sobre el historial amoroso de Máxima, describiendo cómo su búsqueda de riqueza y poder la llevó a conocer al entonces príncipe Guillermo de Holanda. Según Calderón, el encuentro entre Máxima y su futuro esposo, el rey Guillermo, fue facilitado por Cynthia Kaufmann, una amiga de la escuela, quien le presentó dos opciones durante la Feria de Abril de Sevilla: uno notablemente adinerado y otro muy atractivo. La elección fue clara: Guillermo representaba la riqueza.
El autor retrata una imagen de ambición desmedida al afirmar: "La historia de Máxima es una historia de éxito, del triunfo de una mujer que siempre logra lo que se propone". Desde su juventud, la argentina expresó su deseo de casarse "con un noble". Aunque estaba decidida en sus aspiraciones, alcanzar esa meta no fue sencillo; enfrentó diversas desilusiones amorosas en su búsqueda del compañero ideal, alguien que pudiera ser su príncipe encantado.
Según Vera Calderón, después de relaciones que no prosperaron con Tiziano Iachetti, su novio de la escuela secundaria, y el chef Max Casá, Máxima exploró nuevos círculos sociales, donde conoció a Federico de Alzaga, un aristócrata. Calderón describe cómo "Máxima experimentó de cerca la verdadera clase alta argentina, sus normas y costumbres. Aunque su relación comenzó como amistad, con el tiempo se convirtió en un romance". Máxima pensó que había encontrado a la persona perfecta para casarse. Según el autor, "siempre tuvo debilidad por los hombres atractivos y, al mismo tiempo, la importancia del estatus era una prioridad". Federico, además de ser atractivo, descendía de Martín de Alzaga, lo que lo convertía en un excelente partido.
Esperando que Federico de Alzaga le propusiera matrimonio y al no suceder, Máxima decidió dirigirse a Nueva York, transformando su vida y mezclándose con la élite financiera de la ciudad. Allí, entabló relaciones con millonarios y miembros de la realeza, incluyendo herederos de fortunas latinoamericanas y miembros de la familia real de Liechtenstein. Durante este período, conoció a Orlando Muyshondt, un aristócrata salvadoreño, aunque su relación no perduró.
A pesar de su breve romance con Muyshondt, Máxima todavía estaba abierta a otra oportunidad amorosa, esta vez con un noble británico llamado Christopher. Sin embargo, pronto se hizo evidente que Christopher también sería una presencia fugaz en su vida amorosa. Finalmente, Máxima decidió cambiar su enfoque y buscar nuevas oportunidades matrimoniales, momento en el cual se encontró con Guillermo de Holanda.