Ni la persona más querida del mundo se salva de tener algunos detractores, de hecho, la esposa de Guillermo de Holanda, Máxima de Holanda, se ha convertido en un ícono de la realeza y una reina bastante apreciada. Sin embargo, hay motivos por lo que en su país no tiene tan buena imagen como en el resto del mundo.
Por motivo de su persona y estatus, era cuestión de tiempo para que Máxima de Holanda recibiera su propia serie de Netflix. En este caso se trata de una compuesta de tan solo 6 episodios y que saldrá en la primavera de 2024 bajo el nombre de “Máxima”. El proyecto se basa en una biografía no oficial de la Monarca, y aunque bien podríamos no ver absolutamente todo en la serie, de aquí parte el motivo de que se le haya apodado “la cazarrecompensas”.
Una vida de objetivos, un millonario detrás de otro
Antes de llegar a conocer a Guillermo de Holanda, la argentina tuvo un largo camino de parejas que resuenan y que muy acertadamente le han hecho labrarse su apodo a pulso, pero todo empezó con su formación en un colegio británico donde conocería a una amiga que posteriormente le presentaría a alguien muy importante, pero antes de eso Máxima de Holanda puede decir orgullosa que aprovechó cada oportunidad que se le presentó en la vida al máximo.
Rodolfo Vera Calderón, quien es coautor de “Máxima, construcción de una reina”, define a la reina como una mujer que “donde puso el ojo puso la bala”, una mujer ambiciosa y que no se iba a cortar en nada si se trataba de cazar el éxito, y muchas veces esto se notaba en sus parejas a pesar de que se separó rápidamente de ellas.
Para empezar, tenemos su primer novio conocido, Tiziano Iachetti. Lo conoció en la secundaria y la verdad es que mantuvieron una buena relación de amistad aún mucho tiempo después, pero la relación de pareja se rompió porque Máxima de Holanda escogió darle prioridad a su trabajo en aquel entonces, pero tiempo después llegaría a su vida Max Casá, que tampoco dudaría más de una temporada.
Ascendiendo hasta la realeza
El primer prometido royal de la reina fue, finalmente, Federico de Alzaga, de mayor porte al ser descendiente de un virrey. Las cosas pintaban bien para Máxima de Holanda y planeaba casarse con él, pero la proposición nunca llegó, ni siquiera bajo un ultimátum, entre “o nos casamos o me voy”. Tuvo que irse.
Luego la vida de la esposa de Guillermo de Holanda dio un salto hasta Nueva York, donde empezaría una nueva etapa llena de éxitos así como de novios. Iban y venían uno tras otro sin pausa ni descanso, pero como tal a Máxima de Holanda no le iba mal. Eventualmente conoció a un británico de nombre Christopher, otro de esos que no aguantaría más de algunas semanas con la argentina. Por suerte para ella, Cynthia Kaufmann, esa amiga del colegio británico, le quería presentar dos candidatos, uno muy apuesto, y uno muy rico. Después de haber leído esto no hace falta pensar en cual escogió, y precisamente este adinerado caballero era Guillermo de Holanda.