No es que sea precisamente ningún secreto que una de las características de la Reina Letiziaes que es una mujer muy perfeccionista en todos los sentidos. Sin embargo, uno de los puntos clave en esta obsesión por la perfección por parte de la mujer de Felipe VI es todo lo que rodea a sus conjuntos de ropa y a su imagen pública.
En este sentido, es de sobra conocido que Letizia siempre cuida todos y cada uno de los detalles de sus diferentes modelitos, conscientes de que, siendo quién es y teniendo el papel que tiene, van a ser analizados al detalle, por lo que cualquier tipo de error o fallo puede acarrear consecuencias a su imagen pública, que es algo que quiere cuidar desde el primer momento.
La obsesión por la perfección de la Reina Letizia
Lo que no deja de ser curioso es que, si bien es cierto que esta obsesión por la perfección es propia de personajes públicos, Leticia haya llevado esta perfección hasta extremos seguramente inimaginables.
En este sentido no ha sido otra que Pilar Eyre como uno de los periodistas que mejor conoce lo que ocurre en la casa real, la que ha relatado en varias ocasiones algunos episodios especialmente curiosos acerca de la perfección de Letizia con su ropa.
Un buen ejemplo de ello es su vestido de boda: “Modificó tantas veces su vestido de novia en el taller del gran Pertegaz, en la Diagonal de Barcelona, que al final casi no se parecía al diseño original creado por el modisto”.
Eso sí, más allá de ser muy perfeccionista con su vestido de boda, algo lógico teniendo en cuenta la ocasión, en otras ocasiones ha sido igual de perfeccionista con prendas mucho más simples como es el caso de un bikini: “En uno de sus primeros veranos de casada, encargó un bikini de una popular marca, dos piezas mínimas. Pues seis veces nada menos fue el bikini al taller para ser modificado según sus instrucciones”, apunta Eyre.
Una obsesión por la perfección que sigue acompañando a la reina hoy en día y que incluso la he llevado unas ocasiones a realizar acciones cuanto menos curiosas como apunta la propia Eyre: “Cuando viaja a otra ciudad es capaz de hacer contorsionamos y cambiarse en el coche para no repetir modelo. Si ve algo que le gusta, pregunta, como cuando se interesó por las pestañas postizas que llevaba una empresaria: '¿Son incómodas?'".