Los días que corren no están siendo nada fáciles para la familia real. Los reyes no han tenido un solo momento de paz desde que se desveló de parte de Jaime Peñafiel y Jaime del Burgo la presunta deslealtad de Letizia a Felipe VI. Esto no es una novedad pues habría ocurrido durante los años 2010 y 2011, cuando la entonces princesa de Asturias mantenía una relación con Jaime del Burgo, alguien con quien estaba fuertemente comprometida e incluso le enviaba fotos como la que el abogado publicó en sus redes sociales hace tan solo semanas, y otras más indecorosas que se guardan bajo combinación, lejos del alcance de Zarzuela.
El recibimiento que ha tenido esta noticia de cara al público ha sido escandalosa, para nada lo que busca la casa real y es por ello que han censurado tanto como han podido sin demasiado éxito. De puertas para adentro no es una novedad, pero es la imagen en constante destrucción de la familia real lo que les afecta de sobremanera, y no es para menos pues los comportamientos de la consorte no eran los más propios de la esposa del heredero.
Salidas descontroladas, quedadas con amigas
Es conocido de sobra lo autoritaria que puede ser la reina consorte Letizia. Es por eso que extraña leer sobre sus actitudes pasadas, demostrando todo lo contrario a lo que busca ser hoy día, algo que desde la casa real han intentado ocultar, con el mismo éxito que han ocultado la deslealtad de la consorte a Felipe VI, por lo que hay mucha tela que cortar.
Eran días de crisis para la pareja, corrían los años 2010-2011 y los entonces príncipes de Asturias pasaban por un momento que amenazaba con un posible divorcio, algo que no llegó, pero que quedó demostrado con las acciones de Felipe VI y Letizia. Mientras el hijo de Juan Carlos I se reunió con su ex Eva Sannum, Letizia tenía otros planes.
Letizia escapando de Zarzuela
Durante no una ni dos madrugadas Letizia habría tenido sus aventuras en el barrio de La Latina en Madrid, lugar en el cual se movía sin escoltas. Principalmente se le veía por allí cada fin de semana, por lo que se hizo costumbre que la entonces princesa de Asturias se refugiara en el piso de una amiga, donde iba a cenar y tomar algunas copas, eventos que eran de carácter estrictamente privado y en los cuales personas como Felipe VI no tenían cabida, aunque se desconoce si entre las cosas que sabe el rey de su esposa están estas salidas.
Esto tiene un motivo evidente y es que la consorte no toleraba el ambiente tenso que se vivía día tras día en el palacio real. Durante aquellos días era muy difícil estar allí y todos lo notaban, por lo que a la mínima oportunidad se fugaba al piso de su amiga en el barrio antes mencionado, una situación que eventualmente se revirtió, pero queda como uno de los momentos más flojos en la vida de los reyes.