A no ser que los planes de Letizia cambian drásticamente a última hora, y por mucho que le duela a la reina actual, en los próximos días tanto ella como su marido y sus hijas van acudir a PalmadeMallorca, en concreto el palacio de Marivent, donde su suegra la ReinaSofía los espera junto a sus cuñadas las infantasElena y Cristina y sus respectivos hijos.
Una reunión familiar que ha llegado fruto de la insistencia de la mujer de Juan Carlos I, que hace cinco años que no consigue reunir a toda la familia en sus vacaciones veraniegas en las Baleares. Es más que evidente que, teniendo en cuenta las pésimas relaciones que tiene noticia con la inmensa mayoría de su familia política, a Ortiz no le haga especial ilusión acudir a este encuentro.
De hecho, no son pocos los que aseguran que, si bien es cierto que de cara a la galería Letizia va a intentar poner siempre su mejor cara, como es habitual en ella, de puertas hacia dentro y una vez las cámaras habían desaparecido va a intentar evitar a toda costa que tanto ella como sus hijas tengan cualquier mínimo intercambio de palabras con su familia.
Los hijos de Iñaki Urdangarin y la infanta Cristina esperan con ganas a Letizia en Mallorca
Y es que cabe tener en cuenta que son diferentes los motivos por los cuales ni Letizia puede ver a su familia política y la inmensa mayoría de la familia real puede ver a Letizia. Evidentemente la relaciones que peor lleva el de Felipe VI son las que mantiene con su suegra y sus cuñadas, pero también hay que tener en cuenta que algunos de sus sobrinos le tienen ganas a la reina.
Especialmente los hijos mayores de IñakiUrdangarin y la infantaCristina, que han dejado muy claro a su entorno más cercano que tienen ganas de encontrarse con su tía para dejarle muy claro que siguen estando muy dolidos por los movimientos que hizo Letizia en su día a la sombra y que habrá acabado perjudicando de forma notable a su padre.
Evidentemente ninguna de estas conversaciones acabará ascendiendo, si es que se acaba produciendo, pero lo que parece evidente es que, por muchas fotos oficiales sonriendo que acaben los medios de comunicación, lo que pase de puertas hacia dentro en Marivent no van a ser precisamente sonrisas, besos y abrazos.