La llegada de la reina Letizia a la Casa Real supuso un cambio significativo para el rey emérito Juan Carlos y su círculo de amigos adinerados y poderosos. Hasta ese momento, disfrutaban de un estilo de vida lujoso, lleno de fiestas, banquetes y actividades costosas. Durante estos eventos, se cerraban tratos millonarios sin que el fisco tuviera conocimiento de ellos, y todo esto se financiaba con fondos públicos.
Sin embargo, con la entrada de la reina Letizia, todo eso cambió drásticamente. Se acabaron las reuniones en el Palacio de la Zarzuela y el disfrute de lujos a expensas del dinero del pueblo, ya que estas festividades eran financiadas por los contribuyentes. La situación empeoró aún más para este grupo cuando Juan Carlos fue "exiliado" a Abu Dabi, ya que ya no tenían a quién recurrir para financiar sus excesos. La reina Letizia logró su objetivo de proteger la imagen de la familia real, eliminando las imágenes negativas que dañaban la percepción de la monarquía.
La reina Letizia no es la única que recibe descalificativos por parte del entorno casposo de Juan Carlos I
Pilar Eyre, en uno de sus artículos, reconoció este cambio al referirse a estos "cortesanos profesionales" que han sido marginados por los reyes actuales y que lamentan su pérdida de influencia en los círculos de poder. Sienten una gran frustración y expresan críticas hacia los actuales monarcas. Letizia no es la única que recibe críticas; incluso Felipe tiene un sobrenombre que se ha utilizado en referencia al Jefe de Estado en varias ocasiones.
Pilar Eyre menciona un "aquelarre juancarlista" en el que "la reina es la que sale peor parada". “Le atribuyen todo tipo de maldades. La odian", señaló la cronista. Y mientras tanto, al rey "le dedican palabras de conmiseración, calificativos desdeñosos envueltos en falsa compasión”. “'¿Felipe? Un pobre hombre dominado por su mujer, ¡un calzonazos!'", escribió la periodista. Así es como llaman al hijo de su amigo. "No tiene el carisma de su padre, ni su inteligencia natural...", añaden sobre el rey. Y lamentan que “la que manda allí es la nieta del taxista”, concluía la nota.