El dinero puede abrir muchas puertas y comprar un montón de cosas, pero para desgracia de Juan Carlos I, no tenemos la tecnología suficiente para que el dinero se pueda usar para comprar más tiempo de vida o un cuerpo más jóven. Hay límites de lo que los seres humanos podemos lograr, y para mal del emérito, el paso del tiempo en su cuerpo es cada vez más y más evidente.
En el año 2018 la periodista PIlar Eyre condenaba a Juan Carlos I a la silla de ruedas, durante aquel año aún no conocíamos el covid, y el emérito no sabía lo que era el exilio, el cual llegaría dos años después, igual que el covid a la mayor parte del mundo. Desde entonces el padre de Felipe VI ha vivido relativamente tranquilo en su lujosa mansión rodeado de toda su fortuna, con la diferencia de que no debe tributar nada como sí tendría que hacer de estar en España.
El problema de Juan Carlos I no es el dinero, es su salud
Los movimientos del rey emérito delatan algo que cualquiera podría deducir: quiere volver a España desesperadamente. En Abu Dabi se ha repetido la misma situación que en Zarzuela, de forma bastante similar a lo que dijo Pilar Eyre en su momento, Juan Carlos I tendría que recorrer su mansión en silla de ruedas, e incluso ir al baño de esta forma, para ello se habrían adecuado baños para su exclusivo uso, al igual que en Zarzuela. De igual manera la mansión del emérito estaría llena de rampas por todas partes para facilitar su desplazamiento en la silla de ruedas, pero sus complicaciones estarían llegando a un punto tal que se le hace cuesta arriba permanecer fuera de España.
Por este mismo motivo ha corrido la voz de que Alberto Núñez Feijóo tiene planes de permitir la vuelta prolongada del emérito una vez gane las próximas elecciones, algo que no gusta a Letizia pero que satisface al resto de la familia real. Juan Carlos I está harto de vivir solo en Abu Dabi (a pesar de que tendrá varias docenas de ayudantes en su mansión) y desea volver con su familia.
El líder del PP excusaba el regreso del emérito como una forma de evitar que pudiera fallecer inesperadamente lejos de su país, en el caso de que no se pudiera concretar un regreso a España, como mínimo le gustaría desplazar a Juan Carlos I hasta Portugal, donde puede estar mucho más cerca de su familia y quizá incluso visitar ocasionalmente a sus familiares. Por supuesto, nada de esto ocurrirá sin, primero, que Feijóo gane las elecciones, y segundo, que logren sortear las presiones de Letizia, quien debe tener las paredes de Zarzuela agujereadas a golpes cada vez que Felipe VI intenta convencerla de consentir el regreso de su padre, pero el mayor indicio de si volverá como desea la familia real será que Feijóo gane las elecciones.