Juan Carlos I ha sido en los últimos años uno de los hombres que más ha perjudicado a la imagen de la casa real española. Es por eso que, viendo como era habitual que aparecieron en los medios noticias muy negativas sobre su figura, desde la institución decidieron tomar cartas en el asunto y, por un lado, alejarlo tanto a él como a las infantas de las figuras de Felipe VI y Letizia y, en el caso concreto del emérito, invitarle a que se marchara de España, en concreto a Abu Dabi.
La estrategia no era otra que alejar al emérito de los focos y de la polémica española, una estrategia que tiene como objetivo intentar separar al máximo la imagen de la anterior monarquía respecto a la actual.
Este sentido, cuentan que, si bien es cierto que Letizia no quiere saber nada ni de su suegro ni de su suegra, una Reina Sofía que sí que sigue viviendo en España, el rey Felipe sí que suele estar mucho más atento a las necesidades de su padre.
La última operación del emérito le está pasando factura
Y uno de los principales motivos de preocupación de la actual rey respecto a su padre es el estado de salud de mérito. Más allá de que hace ya años que Juan Carlos I tenga muchos problemas de movilidad, cuentan desde el entorno de la familia real que ha sido una de sus últimas operaciones, en este caso una operación relacionada con su piel, la que le está generando serios problemas.
Parece ser que es una operación que no acabado de cicatrizar como debería y que, por lo tanto, Juan Carlos I está sufriendo muchos dolores, dolores que se agudizan durante la noche, que no le permiten dormir bien y que está provocando que el emérito tenga un cansancio mucho más agudo lo que debería tener una persona de su edad.
No es casualidad entonces que hayan sido muchos los que hayan comentado como ha cambiado su imagen a raíz de las últimas veces en las que ha aparecido públicamente, entre ellas en el acto de la graduación de su nieta Irene Urdangarin.