Los días pasan de forma habitual y mientras más lo hacen más información tenemos al respecto de la estadía de Juan Carlos I en España el pasado 31 de octubre, una fecha especial para toda la familia real por ser el cumpleaños número 18 de la princesa Leonor. Este evento no se lo podía perder en absoluto el rey emérito, aunque se dudaba de su asistencia debido a la mala relación que tiene con Letizia, aunque Juan Carlos I consiguió estar presente en el cumpleaños de su nieta, más que nada gracias a la presión que sus hijas le impusieron a Felipe VI.
Sin embargo, no todo fue color de rosas. Pese a que el rey emérito estuvo invitado al cumpleaños de Leonor, en realidad Letizia no lo quería allí, y se notó que en ningún momento la reina se acercó a su suegro, o al menos no enfrente de todos. Rey y reina se encontraron luego, totalmente aparte, y las cosas no salieron muy bien.
¿Por qué la reina y el rey emérito coincidieron? Pues porque Felipe VI se había reunido con su padre en privado, y Letizia llegó a dicha reunión, lo que ocasionó que hubiera una tensión sin igual, tanto que ambos reyes (suegro y nuera) comenzaron a decirse de todo, lo cual hubiera sido todo un escándalo si no hubiera ocurrido en privado.
El rey emérito y su hijo querían tener una discusión personal estando apartados
Felipe VI está completamente a favor de que su padre regrese a España, lo que es totalmente contrario a lo que quiere Letizia, además de que el rey también está pendiente de su padre, o al menos lo que se le permite debido a la presencia de su esposa. Sin embargo, durante la fiesta del cumpleaños de Leonor en El Pardo, Felipe VI quiso reunirse en privado con su padre, algo totalmente comprensible dado que ambos llevan títulos bastante importantes, pero Letizia no podía quedarse fuera de dicha discusión.
Se presume que la reina fue en busca de su esposo debido a que no le agradaba la idea de que estuviera él solo reunido con el emérito, y esto daría a lugar al encuentro entre la reina consorte y el rey emérito. La actitud de Letizia no era para nada agradable y esto colmó la paciencia del rey, y entre los dos comenzó a haber un intercambio de palabras bastante fuerte.
Mientras tanto, Felipe VI estaba hecho a un lado viendo como su esposa y su padre discutían y se decían cosas (se presume que no muy agradables, pues la mayoría de esas cosas eran improperios). Este no podía hacer nada, ya que los otros dos estaban muy exaltados. Sin embargo, Felipe VI decidió intervenir y así evitar que reina consorte y rey emérito escalaran mucho más en aquella discusión, de la cual se sabe que no fue para nada agradable.