Mallorca es un lugar del que rey el emérito Juan Carlos I guarda muy buenos recuerdos. El palacio de Marivent fue durante muchos años su residencia habitual en verano. Pero no es por lo que hacía en la mansión por lo que tiene esos buenos recuerdos, sino por lo que hacía fuera de los muros.
La vida del emérito en Mallorca era una auténtica fiesta. Los escándalos y las anécdotas se sucedían, y su habilidad para evitar que la reina Sofía lo atrapara era casi legendaria. No importaba cuántos avisos recibiera, el rey emérito siempre lograba zafarse.
Juan Carlos se lo pasaba en grande en Mallorca
Excepto cuando tocaba hacerse las fotografías de rigor, el emérito pasaba muy poco tiempo allí junto a la reina Sofía. Juan Carlos era más de irse con sus amigos de fiestas y comilonas, tanto en horario diurno como nocturno. Y pocos se enteraban de lo que hacía. Juan Carlos tenía unos cuantos aliados en Mallorca.
Los encuentros con Zourab Tchokotua y otros amigos de fiestas y banquetes se sucedían. Y con ellos, las noches de diversión en yates privados en alta mar. Allí, rodeados de lujos y excesos, las normas se difuminaban, y la Guardia Civil tenía que hacer la vista gorda. Su única intervención solía ser la de rescatar a las amantes del rey que eran arrojadas al mar.
La Guardia Civil solo tenía permiso para recoger a las amantes del rey arrojadas al mar
La relación de Juan Carlos con Pedro Salas era clave. El ex presidente de la Diputación mallorquina no solo le proporcionó el palacio de Marivent, sino que también era el anfitrión de las fiestas más exclusivas. Juan Carlos Ise movía entre lujosos yates, rodeado de mujeres y amigos, mientras la Guardia Civil miraba hacia otro lado, siguiendo órdenes de no intervenir en estas escandalosas juergas. Excepto para una cosa: recoger a las amantes que el rey arrojaba al mar.
Atención a la escena que, al parecer, se repetía en más de una ocasión. En ocasiones, mientras Juan Carlos estaba inmerso en alguna de esas fiestas, le llegaba un chivatazo de que la reina emérita Sofía. Al saberlo, la emérita cogía una lancha junto a sus escoltas para pillarlo con las manos en la masa. Pero nunca lo consiguió. Estaba todo muy bien ligado. El emérito tenía quien le avisaba. Y cuando sabía que Sofía estaba de camino, Juan Carlos tiraba a la amante de turno por la borda. Poco después pasaba la Guardia Civil a recogerlas.