Desde que el emérito Juan Carlos I se fue a Abu Dabi en el año 2020 su vida cambió radicalmente. No es para menos pues fue un cambió radical de ambiente y de rutina, no solo por cambiar de país sino porque coincidió con la pandemia mundial de ese mismo año y el siguiente, un periodo de adaptación para todos, pero uno en el cual el emérito supo adaptarse bastante bien.
Esto si nos apegamos a la versión de su amiga Laurence Debray, quien en el año 2021 publicó el libro “Mon Roi déchu”, que se puede traducir como “Mi rey caído”, el cual se enfoca en explicar aspectos de la vida de Juan Carlos I y cómo ha sido su relación con él, además de datos como su cambio corporal con el paso de los años.
El emérito está bien versado en la tecnología
Por rango de edad puede resultar esperable que a personas como Sofía de Grecia o Juan Carlos I los dispositivos electrónicos más recientes se les resistan un poco, sean portátiles, ordenadores o dispositivos móviles, pero para sorpresa de algunos no es el caso del padre de Felipe VI. Juan Carlos I está medianamente adaptado a utilizar dispositivos que a alguien más de su misma edad le resultaría muy difícil.
Como comenta Laurence Debray en su libro, Juan Carlos I “está bastante cómodo con su tablet”. Incluye en sus palabras WhatsApp y Zoom, aplicaciones de uso cotidiano en todo el mundo, pero lo que quizás tampoco saben algunos es que el emérito tendría una rutina muy religiosa relacionada con España, sin siquiera estar en el país.
Tiene que ver con la misa diaria de Zarzuela, la cual se lleva a cabo en la capilla de la casa real, y bien claro está que Juan Carlos I no tendrá el placer de asistir aquí de manera diaria, pero aún así es capaz de disfrutar de la misa a través de esa tablet que tan cómodamente maneja, a través de una videollamada.
Sofía de Grecia y la tía Pecu también asisten religiosamente a la misa
Sabemos que a donde va Sofía de Grecia es muy probable que le siga su hermana, Irene de Grecia o “la tía Pecu”, como le dice la familia, y la misa de Zarzuela no es una excepción. Podría esperarse tal compromiso de alguien como la reina emérita, una amante del protocolo y la religión, por lo que, si incluimos la videollamada de Juan Carlos I, todos los días se encuentran en esa capilla la emérita, su hermana, y el emérito, estando los tres escuchando atentamente a la misa gracias a las posibilidades tecnológicas de hoy en día. No es que una videollamada represente algo novedoso, pero debe resultar reconfortante para Juan Carlos I tener un pedazo de España a dondequiera que vaya con solo tener su tablet y una conexión a internet.