El rey emérito Juan Carlos I no está teniendo mucha suerte en sus relaciones últimamente. Parece que cada vez menos miembros de otras monarquías aprueban sus comportamientos. Sin ir más lejos, así quedó demostrado hace un mes. Su presencia en el funeral de la reina Isabel II tuvo mucho que ver con la buena conexión con la madre de Carlos III. Pero con su hijo, la situación dio un giro inesperado. Según la periodista Pilar Eyre, se produjo un encuentro tenso y un desplante por parte de los miembros de la Casa Real británica hacia el rey emérito en dicho funeral. Las nuevas generaciones no ven con tan buenos ojos al emérito.
Parece que la Casa Real británica no puede ni ver a Juan Carlos I. "Le hicieron el vacío. Lo ningunearon", explicaba sobre Eyre. Los medios británicos no tardaron en hacer eco de esta situación, con titulares sorprendentes como "El deshonrado rey desafía a su gobierno y a su hijo" o "¡Los pelos de punta ante esta invitación!". La prensa del Reino Unido no se cortó a la hora de criticar la asistencia de Juan Carlos I al funeral de Isabel II.
Desplante de la familia real británica a Juan Carlos I
Parece que el rey emérito quería "romper el cordón sanitario que se ha establecido a su alrededor desde que se hicieron públicas las tropelías que ha cometido", pero las cosas no salieron como esperaba. La jugada le salió rana.
Juan Carlos I tenía la intención de tener una conversación privada con Carlos III, tal vez buscando su ayuda en su batalla legal contra Corinna Larsen en los tribunales ingleses y así poder mejorar su imagen en España. Sin embargo, las cosas no fueron como él esperaba.
Cuando intentó acercarse al rey británico, éste se apartó, dejando a Juan Carlos con la palabra en la boca. No contento con eso, el rey emérito decidió intentarlo con Camila Parker Bowles. Pero la respuesta de Camila fue aún peor. Se apartó y puso sus manos en el pecho de JuanCarlos, evitando cualquier contacto físico. La situación se iba poniendo cada vez más tensa y Juan Carlos optó por colocarse en una especie de pequeña cola que se había formado para saludar a Carlos" y al final logró su cometido. Logró estrecharle la mano. Pero nada más. La incomodidad y la intención de Carlos III de no prestarle ni un minuto de atención eran palpables. Y para rematar, el rey británico aprovechó la llegada de otro invitado y dejó a JuanCarlos con la palabra en la boca una vez más.