El drama que envuelve a la Casa Real parece un guión sacado de una serie de televisión. Y es que, desde que se hiciera pública la crisis matrimonial entre Felipe VI y Letizia, la situación ha ido escalando en intensidad y complejidad, dejando al descubierto no solo los entresijos de un matrimonio fracturado, sino también las tensiones y conflictos internos que amenazan con socavar los cimientos de la monarquía.
La supuesta relación extramarital de la reina Letizia Ortiz con Jaime del Burgo, expareja de su hermana Telma, ha sido el combustible para este incendio que amenaza con consumir la estabilidad de la Casa Real. Según los informes, Letizia habría mantenido no una, sino dos relaciones amorosas con Del Burgo, una de ellas mientras ya ostentaba el título de princesa de Asturias. Por otro lado, su breve matrimonio con Telma, que duró cuatro años, ha sido interpretado como una expresión de despecho y venganza, pero también como un acuerdo insólito entre hermanas.
La bomba de tiempo: la publicación del libro de Jaime del Burgo
En medio del escándalo, el control de los medios de comunicación por parte de Zarzuela ha sido clave en este juego de poder, logrando acallar voces críticas e imponer su narrativa sobre la situación. Sin embargo, la próxima jugada de Del Burgo, la publicación de un libro titulado "Y nada más que la verdad", promete revelar aún más detalles sobre su relación con la reina, poniendo en aprietos a la Corona.
Su motivación, según afirma, no es económica, sino más bien ideológica y personal. Jaime del Burgo se declara monárquico, pero no borbónico, y su objetivo final parece ser desmantelar la dinastía Borbón y acabar con su reinado. Considera que la Corona ha llevado a España a la pobreza con sus engaños y abusos de poder, y está decidido a exponer la verdad, sin importar las consecuencias.
Como era de esperarse, las revelaciones de Del Burgo han golpeado duramente a Felipe VI, cuya imagen se ha visto empañada por las aventuras de cama de su esposa. La humillación y el ridículo han dejado al rey en una posición delicada. La distancia entre la pareja real es evidente, con Felipe refugiándose en la residencia de su madre para evitar coincidir con Letizia en el Pabellón del Príncipe. Su intención es evitar cualquier encuentro con ella y mantenerse alejado. Cualquier aparición conjunta en los últimos días parece ser simplemente una artimaña para desviar la atención de los medios de comunicación de la grave crisis que están atravesando.
Letizia rechaza el divorcio, mientras la preocupación familiar aumenta
Mientras tanto, Letizia se enfrenta a una tormenta personal. Aislada en el palacio, su salud física y emocional se deteriora rápidamente bajo la presión constante de la opinión pública que la retrata como una adúltera y una traidora a la Corona. Además, debe lidiar con el distanciamiento de su esposo, lo que agrava aún más su situación.
Esto ha generado una profunda preocupación en la familia de Letizia, especialmente en su padre, Jesús Ortiz, quien observa con alarma el deterioro emocional y psicológico de su hija. Sin embargo, la madre de Leonor y Sofía se aferra al poder que le otorga la Casa Real. A pesar de las advertencias sobre la necesidad de separarse de Felipe para preservar su salud y bienestar, la reina se aferra tercamente a su posición real, incluso si eso significa consumirse poco a poco en el proceso.