La fortuna económica de la infanta Elena y la que heredará de su padre, el rey emérito Juan Carlos I, no corresponde con la que ha tenido en el amor. La infanta se casó con Jaime de Marichalar estando enamorada, pero el amor desapareció rápidamente. Su historia no fue precisamente un cuento de hadas con final feliz.
Una boda que, según han revelado algunas fuentes, estuvo a punto de suspenderse. Al final, con discusiones de por medio, se dieron el "sí, quiero". Para complicar más las cosas, pensaron que teniendo dos retoños, Froilán y Victoria Federica, las cosas mejorarían. Pero no. Ser padres no mejoró la situación.
Matrimonio fallido con Jaime de Marichalar
Al final Elena decidió dar el paso y separarse de Marichalar. Pero entonces, justo cuando Elena se armó de valor para decirle al rey Juan Carlos que se quería divorciar de Jaime, el pobre hombre sufrió un ictus. Parece que el destino se estaba burlando de ella. Al final sí pudo separarse. O como dijeron desde la casa real, cesaron su convivencia. Y entonces Jaime desapareció de la faz de la tierra, como si se hubiera esfumado.
A pesar de que desde entonces se le atribuyeron algunos romances, la infanta Elena los negó todos. Y eso que algunas fuentes aseguraron que la vieron besuqueándose con alguien en una escapada de esquí. El tiempo ha pasado, y la infanta Elena sigue sin encontrar el amor verdadero. Se le relacionó con un tal Luis Astolfi, pero el chico no estaba dispuesto a sacrificar su carrera de jinete por ella.
Eduardo pasó de la infanta Elena para casarte con la hija de un vendedor de coches
Pero lo más llamativo de todo fue cuando se empezó a hablar de un posible romance entre Elena y el príncipe Eduardo, el menor de los Windsor, antes de que Elena y Jaime contrajeran matrimonio. Ambos coincidieron en las bodas de plata de Sonia y Harald de Noruega, que curiosamente había sido el amor platónico de la madre de la infanta Elena, reinaeméritaSofía. Y allí se les vio en actitud cómplice. Estuvieron riendo e incluso él la tapó con una manta para protegerla de las bajas temperaturas. Entonces Elena tenía 30 años y Eduardo 29.
De haber tenido in final feliz, la realeza española se hubiera fusionado con la británica. Sin embargo, Eduardo se casó con Sophie Rhys-Jones, hija de una secretaria y un vendedor de coches.