Desde su ascenso al trono, la reina Letizia ha sido objeto de un escrutinio constante por parte de los medios de comunicación. Su imagen pública, cuidadosamente elaborada, la presenta como una figura real moderna y elegante. Sin embargo, su primo, David Rocasolano, arroja luz sobre una faceta diferente de Letizia en su libro "Adiós Princesa", que ha estado descatalogado y fuera del alcance del público en general. Este relato proporciona una visión íntima de la Letizia que pocos conocen.
A menudo, la imagen pública de la reina Letizia se ha presentado de manera positiva y pulida. Se le ha retratado como una lectora voraz y una mujer preocupada por los asuntos de Estado. Sin embargo, según Rocasolano, esta representación no se ajusta a la realidad. "La prensa lacaya dice que mi prima es lectora voraz, pero jamás lee más que los periódicos y algún best-seller tipo Grisham. Sobre la actualidad se limita a decir que todos los políticos viven del cuento. Antes también lo decía de la Casa Real, pero obviamente ya no", afirma el autor,
Además, Rocasolano revela un lado paranoico de Letizia que pocos conocen. La reina muestra un alto grado de desconfianza hacia las personas que la rodean, llegando al punto de prohibir la toma de fotos durante sus visitas a La Zarzuela. Según Rocasolano, Letizia le dijo: "No hagas fotos aquí. Pueden interesar a mucha gente. No estoy paranoica. Te pueden robar la cámara."
La trampa que reveló un "topo" en la Casa Real
El autor también destaca que, a pesar de su posición de poder, Letizia sospechaba que alguien de su propia familia filtraba información a la prensa. En un intento por descubrir al topo de la Casa Real, Letizia propagó deliberadamente una falsa noticia sobre su primer embarazo. En una reunión familiar, la esposa de Felipe VI anunció lo siguiente: “Será niño y se llamará Pelayo". Esta información ficticia apareció en los medios de comunicación, lo que permitió a Letizia confirmar que había un chivato en la familia.
A pesar de que la identidad del informante nunca se confirmó de manera oficial, Letizia estaba firmemente convencida de que se trataba de Iñaki Urdangarin, quien estaba presente el día en el que ella reunió a toda la familia para dar información sobre “el niño” que estaba esperando. Haciendo uso de su perspicacia periodística y su capacidad para descifrar las tácticas empleadas por algunos medios para obtener primicias, la reina Letizia pudo identificar al infiltrado. A partir de ese momento, la esposa de Felipe VI comenzó a desconfiar del ex duque de Palma, lo que llevó a su pronta separación de la familia cuando estalló el caso Nóos.
La muerte de su hermana Érika
Asimismo, la trágica historia de su hermana Érika, quien se suicidó a los 31 años, arroja luz sobre la relación de Letizia con su familia. En el funeral de Érika, el exnovio y padre de la hija de la difunta culpó al rey Juan Carlos, gritándole: "¡Tú tienes la culpa, hijo de puta! ¡Vosotros la habéis matado!" Al salir del tanatorio, Letizia hizo una reverencia a su suegro, el rey Juan Carlos. “Fue un gesto claro que demostraba a quién pertenecía ya mi prima. No se arrodilló ante sus padres sino ante S.M. el Rey de España. Sentí asco", afirma Rocasolano.