Iñaki Urdangarin logró su objetivo de distanciarse de la atención de los medios. Desde su separación de Cristina de Borbón, buscó separarse completamente de la familia, sintiéndose desagradecido, especialmente hacia Juan Carlos, quien lo llevó a prisión, donde vivió sus peores años. Culpa al emérito y al actual rey, Felipe, y juró venganza, al igual que Letizia en su momento con la familia real por el trato que recibió al convertirse en princesa de Asturias. El exduque de Palma estaba seguro de sacar provecho de la situación.
Aunque estaba en prisión, Iñaki sabía que se divorciaría de Cristina. Su matrimonio atravesaba una crisis, y las visitas de la infanta a la cárcel disminuyeron considerablemente. Ni siquiera lo recibió cuando salió de prisión. Él se mudó a Vitoria y ella se quedó en Ginebra, completamente separados. Estos gestos indicaban problemas entre ellos.
Al obtener el tercer grado, Iñaki Urdangarin empezó a trabajar en un bufete de abogados, donde conoció a Ainhoa Armentia, su actual pareja. Se apoyaron mutuamente porque estaban pasando por momentos similares en sus matrimonios. Su relación creció y mantuvieron su romance en secreto de Cristina. Iñaki planeaba seguir viéndola mientras ocultaba su relación con la abogada.
Cuando la prensa descubrió la relación extramatrimonial, se anunció públicamente la separación de Cristina e Iñaki. Comenzó una batalla legal que parecía interminable. Cristina se sintió herida y no estaba dispuesta a aceptar las altas demandas de su exmarido.
Juan Carlos financia la nueva vida de Iñaki Urdangarin
Después de dos años y varias reuniones, Juan Carlos intervino para resolver el divorcio, asumiendo todos los gastos. Iñaki recibió dos millones de euros por un libro que le ofrecieron escribir y una pensión mensual vitalicia de 25.000 euros, entre otras condiciones no reveladas.
Iñaki quería que todo fuera legal para evitar problemas, aunque se sospecha que Juan Carlos le hizo la mitad de los pagos fuera de España para evadir impuestos. Mientras estaba en prisión, le ofrecieron un trabajo en la Fundación Laureus con un salario de 200.000 euros al año, pero lo rechazó.
Consciente de las dificultades para encontrar empleo después de su condena, ideó un plan que resultó en un acuerdo lucrativo con los Borbones, más beneficioso que cualquier trabajo. Ahora, vive cómodamente con Ainhoa Armentia y recibe apoyo económico de la familia real.
Para no parecer un "mantenido", pidió a su exsuegro que usara su influencia para conseguirle un trabajo bien remunerado, pero su imagen pública deteriorada y sus escándalos evitaron que fuera contratado. Mientras tanto, Cristina y Juan Carlos acceden a sus demandas financieras para proteger la imagen de la Corona.