Fue hace ya unos meses, en pleno verano, cuando muchos expertos en la casa real dieron por hecho que el día en el que la hija menor de Iñaki Urdangarin y la infanta Cristina, Irene, cumpliera sus 18ª años, las negociaciones en el divorcio entre sus padres darían un enorme paso adelante y se firmaría apenas unos días después.
Sin embargo, cuando pero faltan unos días para que acabe este 2023, Iñaki Urdangarin y la infanta Cristina siguen siendo marido y mujer, entre otras cosas porque las negociaciones se han roto por diferentes motivos.
El principal, tal y como apuntan desde el entorno de la casa real, es que las exigencias económicas de aquí se han elevado en los últimos tiempos, y Cristina, que sigue evidentemente muy molesta por todo lo sucedido con su marido y con su nueva relación con Ainhoa Armentia, no está dispuesta a ceder.
A Juan Carlos I le interesa que Iñaki Urdangarin no hable
Pero cabe tener en cuenta que esta postura de la infanta Cristina no juega muy bien ni a su favor ni un favor de buena parte de la monarquía española. Y es que parece ser que no son pocos dentro de la Zarzuela los que quieren queIñaki Urdangarinsiga manteniendo silencio, entre otras cosas porque, si necesitado económicamente opta por aceptar alguna de las millonarias propuestas que le han puesto encima de la mesa para contar su verdad durante todos los años que estuvo dentro de la institución, muchos secretos verían la luz.
Y eso es precisamente lo que no quieren miembros como Juan Carlos I, la propia infanta Cristina así como los reyes Felipe y Letizia. En este sentido, parece ser que incluso fue hace ya unos años, cuando Urdangarin ya sabía que iba a tener que pasar si o si un tiempo en prisión, cerrar un acuerdo con su suegro, Juan Carlos I, para que, en el momento en que saliera de prisión, ocurriera lo que ocurriera el padre Felipe VI le ayudara a conseguir un buen puesto de trabajo y así tener buenos ingresos económicos.
Una especie de pacto por el cual Urdangarin guardaba silencio y ayudaba así al resto de la familia para, a cambio, tener un futuro garantizado. Algo que, al menos de momento, no está ocurriendo.