Estefanía de Mónaco, la hija de Grace Kelly, heredó el amor por el arte de su madre. En los años 80, se convirtió en un ícono de la moda con su estilo atrevido, rasgos andróginos y figura tonificada. Sin embargo, ahora vive alejada de la atención pública, apareciendo solo en eventos relacionados con su fundación 'Fights Aids Monaco', que lucha contra el SIDA.
En su juventud, Estefanía enfrentó sus tristes recuerdos, especialmente la pérdida de su madre en un accidente fatal, con un espíritu rebelde. Buscaba escapar de sí misma, explorando diferentes roles como modelo, cantante, diseñadora y artista circense. Sin embargo, décadas después, su rostro refleja el paso del tiempo con arrugas, bolsas bajo los ojos y una expresión fatigada, muy diferente a la elegancia que la caracterizaba en el Club Náutico de Mónaco.
Estefania de Mónaco no sale de casa sin maquillaje
Hoy en día, prefiere un estilo de vida discreto, evitando las miradas curiosas de los monaguescos. Rara vez se maquilla y sus canas son evidentes, aunque las tiñe ocasionalmente para eventos benéficos. A diferencia de su hermana Carolina y su cuñada Charlene, ya no asiste al 'Baile de la Rosa', optando por la comodidad sobre la moda de alta costura.
A lo largo de los años, algunos medios han atribuido su envejecimiento prematuro a su estilo de vida rebelde y la depresión por la pérdida de su madre. Sin embargo, en una entrevista con 'Paris Match', Estefanía desafió las críticas sobre su apariencia, afirmando que las arrugas son testimonio de una vida bien vivida, sin miedo a envejecer.