La hija de Alberto II y Charlene de Mónaco, la princesa Gabriella Grimaldi, con apenas 9 años, ha emprendido un llamativo viaje hacia la sofisticación y el glamour, mostrando un estilo natural muy similar al de su tía, Carolina de Mónaco. La pequeña, heredera de la elegancia que caracterizó a su icónica abuela Grace Kelly, ha emergido como un referente de moda en el principado, eclipsando a otras mujeres de la realeza con su presencia y estilo, según lo destaca ‘Ok Diario’ en su portal web.
La transformación en el estilo de la joven miembro de la realeza va más allá de su apariencia. Con su melena rubia, a veces ondulada, sus mejillas sonrosadas y sus ojos claros, que recuerda mucho a la icónica Grace Kelly, Gabriella se ha convertido en una prometedora figura en la escena royal internacional. No solo se desenvuelve con diseños de prestigiosas firmas, algunos exclusivamente confeccionados para ella, sino que también se la ha visto lucir calzado con un discreto tacón y tocados en la cabeza.
Carolina y Gabriella de Mónaco, una conexión más allá del estilo y el glamour
Pero su conexión con la princesa de Hannover, más allá del aspecto estilístico, es fascinante y determinante. Como Carolina de Mónaco, la primera hija de Grace Kelly y Rainiero, esta joven también enfrenta las limitaciones de la Ley Agnaticia, que impide a las mujeres acceder a la jefatura del Estado. Quizás por esta razón y por el papel que deberá desempeñar en el futuro, la princesa de Hannover se convierte, sin duda, en el modelo a seguir más relevante para su sobrina en la formación de su futuro papel en la realeza, incluso por encima de su propia madre, la princesa Charlene.
Carolina de Mónaco nació el 23 de enero de 1957 como la primera hija de Rainiero de Mónaco y Grace Kelly. Su llegada al mundo se produjo exactamente nueve meses después de la boda de sus padres, celebrada el 18 de abril del año anterior. La historia de ensueño entre el príncipe monegasco y la estrella de Hollywood cobró vida con esta pequeña, que desde sus primeros años destacó por su gracia y belleza. Durante su juventud, hasta los 18 años, fue el centro de atención en Montecarlo, destacando como una joven perfecta y bien educada. Sin embargo, al llegar a París para teóricamente continuar sus estudios en la Sorbona, su imagen dio un giro. Se sumergió en la vida social de la ciudad, participando en todo tipo de eventos y celebraciones.
El legado de Carolina en la Corona monegasca
Sin embargo, la princesa de Hannover se vio obligada a asumir el papel de primera dama honoraria del Principado tras la muerte de su madre. Pero justo cuando pensaba que podría finalmente abrazar una nueva etapa tras la boda de Alberto de Mónaco con Charlene Wittstock y el nacimiento de los gemelos Jaques y Gabriella, el deber la reclamó de nuevo. La ausencia de Charlene en el Principado, debido a complicaciones médicas que la mantuvieron alejada de sus deberes reales e incluso de la crianza de sus propios hijos, convirtió a Carolina en la nueva “madre” de sus pequeños sobrinos.
Así, Carolina de Mónaco sigue siendo el bastión de fortaleza en su familia y el rostro más emblemático de Mónaco. Parece que esta situación perdurará con el paso de los años, consolidando a la mayor de los Grimaldi como el ejemplo más significativo para la joven Gabriella.