A pesar del grado de confianza que se tenían en sus primeros años de relación, el trato entre el rey Felipe VI e Iñaki Urdangarin es nulo en la actualidad. De hecho, Felipe llegó a encargar a Iñaki que le comprara el anillo de compromiso que le regaló a Letizia. Pero a día de hoy, cada uno va por su lado.
Todo se rompió cuando el exjugador de balonmano fue imputado por el caso Nóos. Entonces Iñakiy la infanta Cristina fueron apartados de la casa real. Y aunque entre Cristina y Felipela relación se ha suavizado, el rey e Iñaki han perdido el contacto. Y eso que, al margen de la infanta, que se mantuvo al lado de Urdangarin mientras estuvo en la cárcel, Felipe fue el único que le echó una mano.
El ex duque de Palma vivió sus peores años cuando lo encerraron en la cárcel, una etapa que él mismo le echa en cara a su suegro, el rey emérito Juan Carlos. Resulta que en el caso Nóos, todos sabían lo que pasaba, pero nadie le tendió una mano. Fue como si Iñaki fuera la cabeza de turco perfecta para que el pueblo creyera que la justicia es igual para todos.
Felipe VI ayudó a Iñaki en sus primeros meses en prisión
Al principio, Iñaki estuvo en Brieva, una prisión de mujeres donde vivía prácticamente aislado. Y se dice, se comenta, se rumorea que el rey Felipe VI intervino personalmente para garantizar su seguridad. “Se lo dieron hecho, fue decisión del Rey para garantizar su seguridad”, afirmó una fuente anónima a la revista Semana.
Aunque a decir verdad, aquella ayuda no fue eterna. Cuando le dieron el tercer grado, lo trasladaron al Centro de Inserción Social Melchor Rodríguez García de Alcalá de Henares. Ahí, la cosa se puso un poco tensa, ya que Iñaki debía convivir con la friolera de 400 reclusos. Algo que al hombre le generaba verdadero pavor. La idea de compartir patio, comedor y demás instalaciones de aterrorizaba. “Le aterra convivir con otros presos”, apuntó la fuente. “Tiene sentimientos encontrados porque por un lado está contento, pero por otro teme la convivencia con otros reclusos. En Brieva no tenía problema porque estaba aislado, pero ahora convivir con 400 personas le genera tensión”, añadía.
Compartir espacio con otros presos le causaba terror a Iñaki Urdangarin
“Iñaki es una persona cordial e incluso excesivamente educada que está preocupado porque alguien pueda dirigirle un mal gesto o comentario ofensivo. No tiene habilidades para gestionar este tipo de situaciones y se ve sobrepasado. Ahora tiene que compartir patio, comedor y otras instalaciones, y eso le aterra”, seguía.
Pero a pesar de sus miedos, Iñaki también necesitaba compartir impresiones con otras personas. Tras pasar demasiado tiempo solo, la soledad le estaba pasando factura. Sobre todo con la pandemia. Las precauciones se extremaron y los contactos se limitaron aún más. Y las llamadas con sus seres queridos se convirtieron en su salvación.