El primer coche de Felipe VI se encuentra en el museo del fabricante español Seat. Se trata de un Ibiza de color dorado que fue regalado por su padre, Juan Carlos I, cuando el ahora rey cumplió los 18 años. Este coche fue modificado con un motor de gasolina de 1,5 litros con 100 CV, neumáticos más grandes, alerones y ensanches de los laterales traseros, además de ser pintado en un color oro que no estaba en la gama del Ibiza.
Este exclusivo modelo se encuentra en la Nave A122 de Seat, situada en la Zona Franca de Barcelona. Es el lugar donde se encuentra esta colección histórica de la marca española. En esta nave se pueden encontrar modelos emblemáticos de la marca, como el Seat 600, el Seat 127, el Seat 124, el Seat 131, el Seat Toledo, el Seat Ronda, el SeatIbiza y el Seat León, entre otros. Pero lo que más ha llamado la atención es el Seat Ibiza personalizado que perteneció al rey.
El coche de Felipe VI ha sido objeto de muchas anécdotas y curiosidades. Por ejemplo, se sabe que cuando el rey era solo un niño ya disfrutaba al volante de un kart por los alrededores de Zarzuela, otro regalo de su padre. Y que fue Juan Carlos I quien le traspasó su afición a los coches, igual que a las regatas. A los 18 años, cuando Felipe VI se sacó el carnet de conducir, su padre le regaló este Seat Ibiza personalizado, que se convirtió en su primer coche.
Así era el primer coche que tuvo el rey Felipe VI
Un modelo exclusivo que solo se fabricó una unidad. El "Centro Técnico de Seat" se encargó de preparar este coche para que fuera un modelo específico, incorporando un motor de gasolina de 1,5 litros con 100 CV, neumáticos más grandes, alerones, ensanches de los laterales traseros y un color oro que no estaba en la gama del Ibiza. Podría decirse que era un modelo ‘trucado’. Además, el coche fue modificado para adaptarse a la altura de Felipe VI, que era una persona muy alta a sus 18 años.
Se conoce que este coche fue entregado unos días antes de su 18 aniversario en Barcelona, y que con él, Felipe VI subía a Baqueira a esquiar. Después, tras muchas noches en las que Felipe lo usó para disfrutar de sus mejores noches de marcha y ligoteo, el coche recayó en personas cercanas a Casa Real y ha permanecido guardado y vigilado desde entonces.