Es de sobra conocido, y así lo saben muy bien aquellos que han seguido atentamente las novedades de la familia real en los últimos años, que el matrimonio formado por el rey Felipe VI y la reina Letiziano es que sea un matrimonio precisamente que haya vivido un camino de rosas de forma constante.
Es más, ya en sus inicios de la relación quedó muy claro que estaban ellos dos solos ante el peligro, entre otras cosas porque toda la familia de Felipe le dejó muy claro que lo mejor que podía hacer era olvidarse de aquella periodista que podría ser peligrosa para la institución si seguía adelante con su relación.
En este sentido, han sido varias las veces que se ha apuntado que uno de los motivos por los cuales Felipe no quiso en ningún caso abandonar su relación con Letizia en los primeros tiempos es porque estaban locamente enamorado de ella y, evidentemente, ella también de él.
Eso sí, parece ser que con el paso del tiempo esa pasión inicial ha ido poco a poco desapareciendo hasta el punto que han sido varias las veces en las que los reyes han dormido en habitaciones separadas en algunos momentos de crisis y de muchas discusiones.
La pasión entre Felipe VI y Letizia ha desaparecido
Así lo ha apuntado en varias ocasiones la periodista Pilar Eyre, una de las que mejor información tiene de lo que sucede en Zarzuela. “Felipe ya no siente por su mujer aquel deslumbramiento de los primeros años (“Está encoñado”, decían los amigos) pero ha aprendido a disculpar sus fallos (impuntual, impertinentes sabihonda, caprichosa) y a valorar sus virtudes (responsable, trabajadora, aguda, curiosa, divertida)”, apuntó en su día en la revista Lecturas.
En este sentido, por mucho que en algunas ocasiones se haya puesto incluso la opción del divorcio encima de la mesa, todo hace pensar que estas pequeñas crisis que han superado han hecho de ellos una pareja más fuerte aunque, eso sí, la pasión de los primeros años ha desaparecido.