Al contrario de Carolina de Mónaco, que en su momento fue considerada “la novia de Europa”, a Estefanía de Mónaco le costó mucho más reconciliarse con su papel. Ser una princesa monegasca tiene sus ventajas y desventajas, claro está. Una de las más grandes desventajas es que se está en boca de todo el mundo, siendo considerada una “princesa rebelde” y ocupando innumerables titulares de la prensa del corazón. Lo que no ha podido superar ni dejar atrás es la “maldición” que la persigue, razón por la que gasta miles de euros en “brujería”. No dejes de leer.
La leyenda de Estefanía de Mónaco es más grande y rimbombante que la de sus hermanos. Y es que, a sus 58 años y rodeada de hijos y nietos, todavía se recuerda cómo fue la principal causa de polémicas a lo largo de Europa. En los años 80 y 90 era la princesa punk que le hacía la vida imposible a su padre. Tanto así, que parece increíble que finalmente haya alcanzado la estabilidad en el papel que le tocó ejercer por nacimiento. Sin embargo, aún hay algo que puede resultar escandaloso sobre sus prácticas actuales. Paga por brujería, quiere librarse del maleficio que la hizo sufrir.
La maldición de la familia Grimaldi que afectó profundamente a Estefanía de Mónaco
Todo inició con los antepasados de la Casa Grimaldi, en concreto, en la época en la que reinaba Raniero I de Mónaco. Al parecer, aprovechó su posición para abusar sexualmente a muchas mujeres. A lo que una de ellas respondió con una maldición: “los Grimaldi nunca encontrarán el amor en el matrimonio”.
Esto —que parece ser una leyenda— es algo que Estefanía se tomó con mucha seriedad luego de diversos eventos desafortunados. En su afán de cambiar su suerte en el amor, todos estos años ha consultado “brujas”, chamanes, santeros y practicantes vinculados a este mundo. Ha pagado miles de euros en limpiezas y purificaciones para las malas energías y que deshagan el lío monumental que ocasionó su ancestro. Además de leídas de cartas, amuletos para ahuyentar el mal de ojo y otras actividades del esoterismo. Para nadie es un secreto que la familia Grimaldi no tiene suerte en el amor.
La hermana menor de Alberto tuvo un primer matrimonio que la dejó muy humillada. Poco tiempo después del enlace con Daniel Ducruet, salió a la luz que este le había sido infiel con una stripper. Su segundo matrimonio fue con Adams Peres, con quien no duró más que unos meses casada. A su vez, está la historia con Mario Oliver, quien fue su pareja a finales de los 80 y su mayor inspiración para un tatuaje. Recientemente, se supo que fue hallado muerto en su residencia luego de un robo. Pero una de sus más grandes tragedias fue cuando la inculparon por el fallecimiento de su madre. Iban en el mismo coche, que se desplomó cuando discutían porque ella quería casarse.
¿Será real la maldición de los Grimaldi? Sea como sea, Estefanía de Mónaco sigue intentando vencer su mala suerte en el plano sentimental.