La historia de Iñaki Urdangarin y la Casa Real ha llegado a su fin, al menos en términos matrimoniales. Según reportes de la revista 'Hola', el ex duque de Palma y Cristina de Borbón han oficializado su divorcio en Barcelona la semana pasada, marcando así el cierre de más de dos décadas de relación. Sin embargo, el resentimiento de Urdangarin hacia la Casa Real es palpable. Se siente utilizado como un chivo expiatorio, sacrificado para proteger a otros miembros de la Corona. Aunque el divorcio podría considerarse un paso hacia la libertad, el ex jugador de balonmano sigue estrechamente ligado a la monarquía a través de sus cuatro hijos, quienes llevan el apellido Borbón. La ironía de la situación no pasa desapercibida: un hombre que alguna vez estuvo en la cúspide de la sociedad ahora depende de la generosidad de su ex esposa y, posiblemente, de su ex suegro, Juan Carlos I.
La historia de Urdangarin, sin embargo, va más allá de su divorcio y las complejas relaciones familiares que lo rodean. Se trata de un hombre cuya vida ha estado marcada por altibajos, desde los días de gloria como estrella del balonmano hasta su posterior caída en desgracia y encarcelamiento por su implicación en el caso Nóos. En su trayectoria, también ha sido objeto de especulaciones y críticas por parte de diversos sectores de la sociedad. Pero más allá de los escándalos legales y financieros, surge la pregunta: ¿cómo se veía realmente a Iñaki Urdangarin dentro de la institución monárquica?
Los apodos y las ironías dentro de Zarzuela
Desde dentro de los muros de Zarzuela, se filtraban rumores sobre la percepción de la inteligencia de Urdangarin. Se cuenta, por ejemplo, que el rey emérito Juan Carlos I se refería irónicamente a Urdangarin como "el listo", en alusión a su supuesta falta de inteligencia y astucia. Del mismo modo, se rumorea que la reina Letizia se mofaba de la incultura de Urdangarin cada vez que hablaba con él. Cabe recordar que Letizia siempre ha proyectado una imagen de sí misma como la mente más brillante de la familia, lo que también le valió su dosis de apodos, como cuando Juan Carlos I la llamaba la Princesa de Tolosa, una manera abreviada de referirse a ella como la que “todo lo sabe”.
Análisis desde fuera del palacio
Pero más allá de las murmuraciones palaciegas, también ha habido análisis más objetivos sobre la personalidad y el carácter de Urdangarin. Periodistas y expertos en realeza han descrito su inteligencia como limitada. Eduardo Inda, conocido periodista, lo describió hace más de una década como “un chico extremadamente educado, yo diría que un poco engolado. Es muy amable y, de hecho, todos los trabajadores del instituto Nóos hablaban bien de su trato en contraste con el de Diego Torres, que era más despótico. Es un chico no muy inteligente pero con una ambición desmedida y un apego al dinero patológico”. Por otra parte, Nacho Gay, en su libro "Urdangarin: Relato de un Naufragio", lo pintó como un hombre guapo y atlético, carente de profundidad intelectual, pero con una gran capacidad de sacrificio. Ahora bien, puede que siga siendo corto de mente, pero de sacrificado ya nada.