En los confines de Zarzuela, se teje un tapiz de opresión y tensión bajo el reinado de LetiziaOrtiz. Su firmeza y su lengua cortante han convertido el palacio en un lugar sombrío y opresivo, donde su voluntad impera sin cuestionamientos. Incluso su esposo, Felipe VI, parece haber sucumbido a su influencia, ganándose el apodo de "calzonazos" entre los círculos cercanos a la monarquía.
Aunque los muros de Zarzuela guardan secretos celosamente protegidos, algunos ex empleados han hablado, bajo la promesa de anonimato. Describen a Letizia como una figura despiadada y dominante, apodada "La Jefa" por su actitud autoritaria y su trato altanero hacia el personal y la familia real.
La reina Letizia lleva su autoridad al extremo dentro de los muros de Zarzuela
Letizia no ha dejado piedra sin remover en su afán por imponer su visión, incluso en la cocina real, donde ha eliminado alimentos procesados y grasas, priorizando opciones más saludables. Su control es absoluto, generando temor y manteniendo una disciplina férrea en cada aspecto de su vida.
El primo de Letizia, David Rocasolano, no escatimó críticas en un programa de televisión, describiéndola como desconfiada, controladora, celosa y propensa a arrebatos verbales violentos. Su autoridad, aunque mermada por recientes controversias, sigue siendo temida por aquellos que la rodean.
El trato despectivo de Letizia aumenta
A pesar de haber perdido poder en los últimos tiempos a raíz de las revelaciones de Jaime del Burgo sobre presuntas infidelidades de la reina a Felipe VI, Letizia no ha abandonado su actitud despectiva hacia los empleados de Casa Real. Los informes sugieren que su comportamiento ha empeorado en el último mes, alimentado por la crisis en su matrimonio y una presunta campaña de desprestigio en su contra.
El silencio que reina en Zarzuela solo sirve para ocultar la verdadera magnitud de este reinado tiránico. Letizia ha impuesto un régimen de miedo y opresión entre el personal, contribuyendo a una atmósfera de malestar y descontento en el palacio real.
A pesar de los desafíos, los empleados de Casa Real aguantan en silencio, atrapados en un torbellino de autoritarismo y violencia verbal. El futuro de Zarzuela parece incierto bajo el yugo de una reina que gobierna con puño de hierro y lengua afilada.