Casa Real

La dura infancia de Carolina y Alberto de Mónaco, no podían ver a sus padres

Detrás de los muros dorados: La triste realidad de los hermanos Grimaldi.

Foto: GTRES
Barcelona. Sábado, 11 de mayo de 2024. 20:15
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Carolina de Mónaco

El Palacio Grimaldi, un lugar que evoca imágenes de opulencia y majestuosidad, es también el escenario de una historia familiar que ha capturado la imaginación del mundo durante décadas. Sin embargo, detrás de las paredes doradas y los títulos nobiliarios, la vida de los hijos del príncipe Rainiero III y la princesa Grace Kelly de Mónaco estuvo marcada por una infancia peculiar, lejos de la atención y el afecto de sus padres. Esto quedó al descubierto con la publicación del libro "Albert II de Mónaco, l'homme et le prince", donde los tres hermanos Grimaldi compartieron algunos detalles sobre su niñez, revelando la dinámica familiar dentro del Palacio y las constantes restricciones que los mantenían apartados de sus progenitores.

Según lo expresado por Carolina de Mónaco, tanto ella como sus dos hermanos, Alberto y Estefanía, solo tenían la oportunidad de encontrarse con sus padres tres veces al día, y en muchos casos, estos encuentros ni siquiera ocurrían diariamente. Esto se debía a los numerosos compromisos oficiales de los príncipes monegascos, que limitaban su disponibilidad para cuidar personalmente de sus hijos. Además, reveló que no fue hasta los 14 años que se les permitió sentarse a la mesa con sus padres para comer junto a Rainiero y Grace Kelly, lo que dificultó el desarrollo de una relación cercana con ellos.

Carolina de Monaco
Carolina de Monaco

Guardiana y confidente: El papel vital de Maureen Wood en la vida de los hermanos Grimaldi

Sin embargo, debido a la constante ausencia de Rainiero y Grace Kelly en la vida de sus hijos, los tres hermanos Grimaldi buscaron consuelo en una figura muy especial: su niñera, Maureen Wood. Según recuerda la princesa de Hannover, Maureen fue una presencia fundamental desde temprana edad. “Cuando éramos pequeños, probablemente estábamos más cerca de nuestra niñera que de nuestros padres", reveló la mayor de los Grimaldi. La conexión era tan fuerte que apenas percibían la ausencia de sus padres durante sus numerosos viajes fuera de Mónaco. Sin embargo, durante las vacaciones de verano, extrañaban profundamente a Maureen. La princesa Carolina compartió una anécdota emotiva: cuando la niñera se preparaba para partir del Palacio, ella y su hermano Alberto solían gritar desconsoladamente: "¡no te vayas, no te vayas!". La tristeza por su partida era tal que, en varias ocasiones, la princesa Grace Kelly tuvo que intervenir y llamar a Maureen para que regresara antes de lo planeado, demostrando la importancia de esta figura en la vida de los jóvenes Grimaldi.

Presión mediática y expectativas: Una infancia bajo los reflectores

Además de lidiar con la ausencia de sus padres, los hermanos Grimaldi también enfrentaron la presión mediática desde una edad temprana. Carolina reveló que aprendieron a manejar la atención de los medios y las apariciones públicas desde una edad temprana, lo que les exigía estar siempre preparados y seguir órdenes estrictas. La constante atención de los paparazzi y las expectativas de la prensa eran una carga pesada para ellos, lo que a menudo les generaba estrés y frustración.

Alberto de Mónaco y Charlene
Alberto de Mónaco y Charlene

En respuesta a esta experiencia, el príncipe Alberto ha adoptado un enfoque diferente en la crianza de sus propios hijos, los mellizos Jacques y Gabriella. Comprometido a estar presente en sus vidas y proporcionarles una infancia más equilibrada, Alberto ha cambiado la dinámica familiar dentro del Palacio, asegurando que sus hijos reciban la atención y el afecto que él mismo anhelaba en su juventud.