La lucha contra la edad es uno de los temas más comentados de la actualidad. El avance de la medicina estética en tan solo unos años es increíble, cada vez hay tratamientos menos invasivos, cuyos resultados pueden durar mucho. La sociedad también está en constante adaptación, pues el cambio de cara se vuelve algo habitual. No es una actividad estrictamente reservada a las estrellas extravagantes y progresistas como Madonna, pues la monarquía también sucumbe ante la promesa de juventud. Algo que puede certificar de primera mano Charlene de Mónaco, la esposa del príncipe Alberto, que apareció muy cambiada recientemente.
Charlene de Mónaco tiene una imagen considerablemente diferente a la que lucía cuando se comprometió con el príncipe Alberto. Más allá de protagonizar una vida completamente distinta a la que tenía antes, el paso del tiempo y otros factores. Tampoco se debe a sus atrevidos cortes de cabello, el maquillaje o a las prendas que le sientan fenomenal, su cambio físico se ha ido incrementado con los años. No hace falta ser especialista en medicina estética para darse cuenta de que es otra mujer la que sonríe ante las cámaras. Y hace poco lo terminó de confirmar con los tratamientos a los que sometió su cutis.
El nuevo rostro de Charlene de Mónaco
Charlene genera suspicacias por lucir una piel tan conservada. Entre los aspectos más destacados del envejecimiento, según expertos, destaca la transformación de la forma de la cara. Cuando se es joven, los pómulos y el área de la frente lucen realzados y la mandíbula es más esbelta. En cambio, con el paso de los años la forma del rostro muta. La zona de la mandíbula se torna más prominente y los pómulos evidencian decaimiento. No ha sido el caso de la sudafricana, que luce un óvalo facial envidiable.
Una vez pasados los 20 años, la piel empieza a perder su estado terso y salen las temidas arrugas. No obstante, la exnadadora no tiene ningún pliegue en la frente. Por la aplicación de toxina botulínica, una sustancia capaz de congelar el área para que se vea lisa. Igualmente, la ausencia de las marcas naturales que se forman a ambos lados de la boca al sonreír sugiere el uso de algún relleno. Así como el grosor y proyección de los labios, que hace unos años no eran tan llamativos. Un ajuste hecho con ácido hialurónico.
En general, la esposa de Alberto II aparece con un rejuvenecimiento total del rostro. Sin embargo, esta vez su cara presenta arrugas alrededor de los ojos y en lo alto de los pómulos. Largas líneas surcan su cutis, otorgándole un aspecto desacostumbrado a su apariencia. Es increíble, ya que en los últimos años su afán por verse perfecta y radiante lo han eclipsado todo. Lo cual se ve contradictorio, pues su piel tiene mucha luz y lozanía. Además de que, normalmente, los tratamientos y operaciones estéticas que se practica son muy armoniosos.
¿Charlene de Mónaco se cansó de aparentar menor edad de la que tiene? ¿O próximamente reaparecerá renovada nuevamente?