Charlene de Mónaco es conocida como “la princesa triste”, ya que sus expresiones dejan mucho que desear. Se habla de su adicción a los somníferos y de sus estados de ánimos bajos, lo cual todo junto hace que la princesa esté pasando por un momento no tan bueno y que deja mucho que desear para la Casa Real de Mónaco. Sin embargo, este mismo estado de ánimo es producto de todo lo que ha pasado Charlene de Mónaco al lado de su esposo.
Ser princesa no es fácil y menos cuando se tiene el foco de miles de cámaras encima, pero la ex nadadora al principio no vio nada de malo en esto, aunque después se enteró de algo que sí que le hizo entrar en dudas respecto a su relación con Alberto II de Mónaco. Esto era nada más y nada menos que la cantidad de hijos que tenía el príncipe fuera, hijos que no eran herederos, pero que sí había reconocido. La familia de Alberto II veían a estos hijos como “bastardos sin privilegios”, cosa que Charlene de Mónaco no se tomó tan bien como se podría esperar.
La princesa comenzó a dudar sobre su relación con el príncipe al enterarse de que este ya tenía 2 hijos por fuera de su relación (Jazmin Grace y Alexandre Eric), y esto fue más que nada porque pensó que quizás sus hijos no tendrían el reconocimiento necesario debido a tener “hermanos mayores”. De igual forma, Charlene de Mónaco llegó a pensar que sería fácilmente reemplazable, ya que el príncipe mantenía contacto con las anteriores madres de sus hijos.
Todo esto junto provocó que Charlene de Mónaco se sintiera insegura respecto a su relación y sobre el futuro de sus hijos, por lo que estuvo a punto de huir de Mónaco y de su relación con el príncipe Alberto II de Mónaco (algo que al parecer se ha convertido en costumbre de la princesa).
Estuvo a punto de hacerlo, de huir y dejar atrás esa vida que iba a tener en Mónaco, pero su esposo le dejó claro muchas cosas, y entre estas estaba el trato que recibiría ella y sus hijos, Jacques y Gabriella.
Alberto II de Mónaco tuvo relaciones con mujeres sin haberse casado
El príncipe de Mónaco le hizo entender a su esposo que sus anteriores parejas jamás estuvieron en matrimonio con él, y, según las reglas de los Grimaldi, los hijos fruto de estas relaciones no tendrían derecho hereditario. En cambio, todo hijo nacido en matrimonio sí, lo que haría a los hijos de Charlene de Mónaco los verdaderos herederos del príncipe. De igual forma, el príncipe convenció a su pareja para hacerle entender que era la única en su vida… o al menos en ese momento, aunque igual se sigue diciendo que la relación del príncipe y la ex nadadora es toda una tapadera para darle buena imagen a Alberto II de Mónaco.