Han pasado más de doce años desde que Charlene Wittstock y el príncipe Alberto de Mónaco protagonizaron una de las bodas reales más deslumbrantes de la última década. A pesar del tiempo transcurrido, su matrimonio sigue siendo objeto de escrutinio público y la fuente inagotable de numerosas teorías y especulaciones. Y es que, sin duda, pocos enlaces reales han mantenido tanto misterio y controversia después de su celebración. En este caso, no solo se debe al lujo, la elegancia y el protocolo que la rodearon, sino también a los enigmas que han oscurecido la mirada de la novia y la melancolía que parece haberla acompañado desde entonces.
Una luna de miel poco convencional
Ahora, más de una década después, una exclusiva del diario británico 'Daily Mail' arroja luz sobre un detalle intrigante de esta boda: durante su luna de miel en Sudáfrica, la pareja real optó por dormir en habitaciones separadas. Este hecho suscita la interrogante de si su noche de bodas fue más un simulacro que una celebración de su amor. A pesar de estar en la etapa inicial de su matrimonio, en la que generalmente reina la pasión y el romance, eligieron pasar la noche en habitaciones separadas, incluso en hoteles diferentes. Esto da a entender que no mantuvieron relaciones de cama después de su boda, dado que mientras el príncipe Alberto se alojaba en el Hotel Hilton de Durban, la princesa Charlene se encontraba en el Oyster Box en Umhlanga, a una distancia de más de diez kilómetros.
La explicación oficial sostiene que el príncipe de Mónaco tenía una reunión temprano al día siguiente y quería evitar el tráfico matutino, por lo que optó por alojarse cerca del lugar de la cita. Sin embargo, esta justificación no ha convencido a nadie, ya que Charlene también podría haberse hospedado con él y no lo hizo. No obstante, lo más intrigante de esta situación es que esta dinámica parece haber perdurado a lo largo de los 12 años que llevan casados. Su matrimonio parece ser principalmente una fachada, ya que continúan durmiendo en habitaciones separadas cuando coinciden en el Palacio Grimaldi antes de algún evento oficial, especialmente porque Charlene suele vivir fuera del Principado.
Rumores de crisis y desesperados intentos de escape
Asimismo, las lágrimas derramadas por Charlene el día de su boda desencadenaron una serie de especulaciones y teorías sobre su origen. Se llegó a rumorear que su tristeza se debía a la revelación de la existencia de una tercera hija ilegítima del príncipe Alberto, concebida poco antes de su matrimonio. De hecho, en aquel momento, la revista francesa 'L'Express' publicó que la ex nadadora olímpica había intentado huir de Mónaco en tres ocasiones
Aunque la Casa Real de Mónaco ha desmentido en repetidas ocasiones los rumores de crisis matrimonial, las explicaciones proporcionadas tanto por Alberto como por Charlene de Mónaco no han logrado convencer a todos, dado que estos antecedentes ayudan a entender por qué la figura de la “princesa prisionera” ha sido tan convincente y sigue arrojando sombras sobre los primeros diez años de matrimonio con Alberto de Mónaco. Aunque finalmente logró escapar a Sudáfrica durante casi un año, después de haber cumplido con sus obligaciones dinásticas gracias al nacimiento de los herederos al trono, los mellizos Jacques y Gabriella, las dudas sobre su matrimonio aún prevalecen.