Día tras día nos enteramos de los desastres y polémicas de la casa real de Buckingham, la constante guerra que mantienen con los duques de Sussex, y la enorme piedra en el zapato que estos representan para la monarquía de Reino Unido, cuando nos fijamos en Zarzuela, las polémicas tampoco se han hecho esperar, diferentes miembros de la familia real han sido objetivo de las cámaras y la prensa por diferentes situaciones, como los divorcios de las infantas Elena y Cristina, las acusaciones hacia el padre de Felipe VI, Juan Carlos I, el paso por la prisión de Iñaki Urdangarín, y Froilan involucrado en una pelea con cuchillos a las afueras de una discoteca en Madrid, la casa real se iba a pique, y de no ser por Letizia, actual reina y esposa de Felipe VI, esto no habría visto mejoría, la reina vio por el bien de sus hijas, y es por eso que decidieron alejar a toda la familia, y exiliar a Juan Carlos I a Abu Dabi.
Felipe VI ama a su esposa, probablemente sea el único en la casa real
Juan Carlos I siempre vio a Letizia como una mujer “altiva, ambiciosa, con mucho carácter y encima periodista”, y a pesar de todos sus intentos por disuadir al príncipe, se da cuenta de “que esta no es como las otras, que es un problema de verdad”, es lo que explicaba Fernando Ónega en el cuarto capítulo de “Los Borbones, una familia real”.
En general, se sabe que Letizia no es muy querida en la casa real, gran parte del rechazo ya venía por parte del padre de Felipe VI, quien no quería que su hijo se casara con “una plebeya”, o como él la llamaba, una “tolosa”, apodo diminutivo de “todo lo sabe” haciendo referencia a los conocimientos de Letizia, pero de una forma despectiva.
Pero los apodos no terminaban ahí, como también explicó Fernando Ónega, quien mencionó que “los amigos del príncipe eran muy pijos y la llamaban ‘la jolines’ porque ella decía mucho esa palabra, es un apodo peyorativo e injusto”.
Estas son solo algunas de las muestras de desprecio que recibía Letizia desde dentro de la casa real, ganarse la confianza de algunos no fue fácil, pero la testarudez de Felipe VI ayudó a que se mantuviera con él pues, no estaba dispuesto a casarse con nadie más y amenazó al emérito que reside en Abu Dabi que, de no aceptarla, se convertiría en un rey soltero.
Este rechazo se transmitió hasta la boda, que aunque, como ya sabemos, ocurrió, “parecía más un funeral”, si vemos las expresiones de Juan Carlos I, este no mostró un ápice de felicidad en ningún momento, en general ese parecía ser el ambiente en el público, nadie estaba contento con la unión salvo la pareja propiamente, sin embargo, a día de hoy han demostrado su unión, al menos junto a sus hijas Leonor y Sofía.